Capítulo 51: Enfrentamiento

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Tarde o temprano iba a suceder, aunque hubiese deseado que fuera más tarde que temprano. Tentamos demasiado al destino y estas son las consecuencias.

Me doy la vuelta lentamente, deseando que todo esto sea otra de mis pesadillas, pero no, es muy real. Sarah está en el marco de la puerta lanzando fuego por los ojos y atrás de ella está Ethan. ¡Genial!, justo las dos personas que menos quiero ver.

—Alex —comienzo a hablar con la voz temblorosa pero aun así continúo— no es ningún delincuente.

—Claro —ríe Sarah y puedo apostar que se escuchó por toda la casa—, no escapó de la cárcel y no es el más buscado.

—Tú lo pusiste en ese lugar.

—Veo que ya te lavó el cerebro este criminal.

—La única delincuente aquí eres ti —mi voz está cargada de odio—. Me robaste mi identidad.

—¿De qué estás hablando, April?

—¡¿April?! —grito perdiendo toda la paciencia al ver que miente tan descaradamente—. ¿Cómo te da la cara para seguir llamándome así?

—No sé de qué estás hablando —su actuación perfecta hace que quiera abalanzarme sobre ella.

—¡Ya deja de fingir!

—Bonita —me susurra Alex para que me calme, pero ya no soporto guardarme todo esto.

—¿Creíste que nunca me iba a enterar de que mi verdadero nombre es Mía? ¿Qué nunca iba a descubrir que borraste mi memoria para hacer lo que quisieras conmigo? Las mentiras nunca duran para siempre —Sarah claramente no se esperaba esa respuesta y noto su nerviosismo mientras intenta formular una respuesta—. ¿Y tú? —digo apuntando a Ethan.

—Mía yo...—comienza a decir pero lo interrumpo.

—¿Cómo te atreviste a hacerme creer que éramos novios aún? Me besabas sabiendo que te dejé hace más tres años y que no podía recordarlo —puedo sentir cómo la respiración de Alex se corta al escuchar lo del beso y sé que está reprimiendo sus ganas de partirle la cara a mi ex—. Si me querías tanto como decías, ¿por qué dejaste que me hiciera esto? ¿Cómo podías vivir sabiendo lo que me hicieron?

Estas ultimas palabras son las necesarias para que el autocontrol que estaba teniendo Alex hasta ahora desaparezca. Se abalanza contra Ethan quien enseguida cae al suelo recibiendo los golpes que tiraba mi novio. Ethan intenta defenderse y logra darle algunos golpes, pero Alex es mucho más fuerte y está descargando toda la rabia que lleva acumulando desde que supo todo lo que me hicieron. Intento separarlos porque sé que esto no va a ayudar en nada a Alex, ya tiene todo en su contra y ahora un testigo que diga que es peligroso y violento es lo menos que necesitamos.

—¡Alex, para! —chillo desesperada y él se detiene solo para mirarme. En sus ojos solo puedo ver furia y odio, los ojos llenos de amor de hace unas hora ya no están.

— No puedo quedarme sin hacer nada después de lo que te hicieron — dice con la voz temblorosa y le lanza una última patada a Ethan haciendo que se retuerza de dolor.

—¡Que romántico! —comenta Sarah, quien parece estar disfrutando de la situación.

—La única razón por la que no me desquito con usted —Alex se acerca peligrosamente a Sarah—, es porque jamás golpearía a una mujer; aunque pensándolo bien está bastante lejos de serlo.

El golpe proviene de la mano de Sarah que se estrella contra la mejilla de Alex, él retrocede unos pasos por el impacto mientras el lado derecho de su cara comienza a tomar un color rojizo. Eso es lo que necesito para encarar a esa perra que dice ser mi madre.

—¡No vuelvas a tocarlo!

—No te preocupes —esa maldita sonrisa otra vez—, mis manos no se volverán a ensuciar. Eso va a ser trabajo de los policías.—Toma su teléfono y marca rápidamente un número— Edwards, necesito a todos tus hombres aquí. Tengo a Alexander Ford.

Miro hacia todos lados buscando una salida pero al parecer no tenemos escapatoria. Se lo llevaran y a mi quizás qué me hagan, lo más probable es que borre nuevamente mis recuerdos. Pero cuando ya no queda ninguna esperanza, escucho la voz de Gina a lo lejos.

—¡Señora, tiene una llamada urgente! —dice rápidamente. Sé que está intentando salvarme pero dudo mucho que resulte.

—¡Ahora no Gina, llama a la policía! —le grita Sarah.

—¡Es urgente! El presidente se escucha bastante molesto, dijo que es algo de un nuevo proyecto y que si no le contesta va a tener problemas.

—¿El presidente? —noto miedo en la pregunta de Sarah y luego se dirige a Ethan—. ¡Que no se escapen!

La verdad es estúpido pensar en que Ethan va a poder detenernos ya que recién se está incorporando bien del suelo y es más que obvio que Alex tiene más fuerza que él. Sarah sale disparada a su escritorio y puedo ver que Gina asoma su cabeza por la habitación y me guiña un ojo. No puedo explicar todo lo que quiero a esta mujer, definitivamente la extrañaré demasiado si logramos salir de aquí y no volver nunca más.

—No te atrevas —le advierte Alex a Ethan cuando intenta acercarse.

Lo toma de los brazos y me grita que salga por el balcón. Tomo su camiseta, me la pongo rápidamente —porque no hay que olvidar que estamos solo en ropa interior— y salgo por el balcón. Me subo a la barandilla con dificultad y una sensación de vértigo me invade; sé que ya había escalado por aquí pero nunca había bajado y a la luz del día se ve mucho más alto. Intento alejar las ideas de lo que pasaría si me caigo y comienzo a bajar lentamente; cuando llego al suelo le grito a Alex, quien se asoma y sin pensarlo dos veces comienza a descender; no pasan ni treinta segundos y ya esta a mi lado. Solo lleva puestos su ropa interior pero en estas circunstancias es lo que menos importa. Después de preguntarme si puedo seguir, toma mi mano y salimos corriendo por el gran patio. En estos momentos maldigo por no tener una casa y un patio más pequeño.

Nos dirigimos a la puerta que vigila Peter, tengo miedo ya que no sé si me ayudará en estas circunstancias. Está en juego su trabajo y no puedo exponerlo así, si lo descubren no quiero ni imaginarme lo que le haría Sarah.

—¿Los descubrieron? —pregunta Peter tomándome por sorpresa, Alex asiente—. Te dije que era una mala idea. ¡Golpéame!

—¿Qué? Peter no te voy a golpear —dice Alex, y yo quedo aún más sorprendida, ¿de dónde se conocen estos dos?

—Golpéame, y salgan rápido ante de que lleguen los demás guardias.

Alex se toma unos momentos y luego se disculpa antes de darle un puñetazo en la nariz.

—Perdóname.

—No te preocupes, he recibido peores —se ríe y luego me mira a mí—. Nunca dejes de buscar la verdad, Mía.

—¿Cómo sabe...?

—No hay tiempo, tenemos que irnos —me corta Alex, así que le doy un pequeño abrazo a Peter y salgo corriendo otra vez.

No sé cuánta distancia recorremos hasta que por fin se detiene un taxi —muchos nos habían ignorado al ver como íbamos «no» vestidos— y nos subimos.

—Al bosque...—le doy la indicación al taxista y luego me dirijo a mi novio—. ¿Cómo conocías a Peter?

—Es el padre de un amigo, ¿cómo creías que entraba tan fácil por tu ventana? —se ríe y me abraza, yo apoyo mi cabeza en su hombro y relajo un poco mis músculos. Ambos suspiramos aliviados, estamos a salvo; por ahora.


Vidas Robadas (VR#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora