Capítulo 43: Heridas de guerra

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Estoy corriendo lo más rápido que mis débiles piernas me permiten por el bosque, necesito llegar cuanto antes a la casa. No puedo respirar y las vista se me comienza a nublar. Definitivamente, esto me tomo por sorpresa, ya me había olvidado de la existencia del ex novio de Kate pero al parecer, él no de la mía. Un corte bastante profundo recorre la sección inferior derecha de mi estomago y aún puedo sentir la hoja del cuchillo abriéndose paso.

No sé por qué justo a ese idiota se le ocurrió venir aquí, pero lo hizo y obtuvo su «venganza». Nunca cambió como le hizo creer a Kate, supongo que solo intentó engañarla y agradezco que mi amiga a pesar de eso, lo haya sacado de su vida.

Tampoco sé si es este bosque o soy yo la de la mala suerte; porque por lo general cuando me pasa algo, estoy aquí. Aunque la verdad me inclino más por la segunda opción, tengo una especie de nube negra encima de mi cabeza.

Me demoro un poco más en encontrar el árbol, ya que a estas alturas solo veo manchas oscuras; mis manos están cubiertas de sangre mientras intento presionar la herida con ellas. Ya no tengo energía para seguir, pero no puedo quedarme aquí y esperar a que me desangre, tengo que llegar a donde está Alex; aunque no sea médico, algo sabrá hacer o eso quiero creer. Supongo que es la adrenalina que el dolor me produce lo que me ayuda a seguir avanzando, ignorando por un momento la sensación de estar muriendo lenta y dolorosamente. No puedo explicar muy bien lo que siento.

Cuando por fin encuentro el árbol, con mis dedos anoto la clave en la pantalla dejándola completamente manchada con mi sangre. Con las pocas fuerzas que me quedan entro al ascensor y cuando llego veo que Alex está en la cocina.

—¡Alex! —una especie de grito de dolor sale desde el fondo de mi garganta, ya no lo soporto más y siento que mis pulmones comienzan a reclamar aire con urgencia.

—¿Por qué tardaste tanto, Bonit...? —sale de la cocina pero deja de hablar al verme con la camiseta llena de sangre— ¡Mía!. ¿Qué te hicieron?

Corre hacia mí y me levanta para llevarme hasta el sillón, sube mi camiseta, supongo que para ver qué tan profunda es la herida y por la expresión de su cara me doy cuenta de que es más grave de lo que pensé.

—Hay que llevarte a una clínica urgente —dice exaltado, mientras sus manos comienzan a teñirse de un rojo intenso.

—No —me apresuro a decir entre jadeos y casi sin poder articular bien las palabras—, t-te atraparan... n-no...puedo d-dejar que eso...p-pase.

—No sé qué más hacer.

—Estoy bien — miento lo mejor que puedo, pero él me conoce demasiado bien como para creerme.

Se levanta rápidamente y corre a buscar una toalla limpia, la pone sobre la herida en un intento de detener la hemorragia; pero no sirve de mucho ya que unos segundos después la toalla está empapada con mi sangre.

Pequeñas gotas de sudor recorren mi frente y el cansancio aumenta cada vez más, supongo que si duermo un poco el dolor pasará. Mis ojos comienzan a cerrarse, deseosa de sumergirme en un profundo sueño pero una parte de mí sabe que no debo hacerlo e intento hacer mi mayor esfuerzo para mantenerme despierta.

—Mía, no te duermas —afirma mi cara con ambas manos y me obliga a mirarlo a los ojos, unos hermosos ojos color caramelo que ya no tienen ese brillo especial, sino que están cargados de lagrimas y llenos de horror—. Quédate conmigo —esas últimas dos palabras hacen que ya no pueda contener sus lágrimas.

—Estoy bien, solo...necesito dormir un momento.

—Te voy a llevar a una clínica ahora —termina de decidir y sin pensárselo más me carga en sus brazos mientras sube al ascensor y comienza a correr por el bosque.

Vidas Robadas (VR#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora