🪻Capítulo 35🪻

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Caminé hasta llegar al Palacio donde me alojaba.

—Edith.

En el jardín del Palacio donde me quedaba estaba Eshimed de pie.

—E-E-Eshi... Su Alteza el Segundo Príncipe.

Sin darme cuenta casi lo llamo por su nombre, como cuando estábamos solos.

Miré a los sirvientes que estaban detrás de Eshimed e inmediatamente corregí el título honorífico.

Desde que Eshimed recuperó su posición, ya no estaba permitido dirigirme a él por su nombre en público.

—¿Qué ocurre?

A Roderick no le gustó mi compromiso con el Segundo Príncipe, que fue encarcelado bajo la mentira de haber muerto, pero no podía intervenir en un compromiso concertado por los Reyes Espirituales.

Roderick, que estaba particularmente disgustado con Eshimed, me dijo que debía regresar al Gran Ducado porque ya no necesitaba recibir la educación de princesa heredera.


—No quiero.

—¡Edith!


No era lo que había planeado, pero de todos modos yo estaba comprometida con el Segundo Príncipe.

Observando los procedentes, había muchos casos en los que las señoritas comprometidas con un Príncipe que no era necesariamente el príncipe heredero, solían quedarse desde una edad temprana en el Palacio Imperial. Por esa razón no había ningún problema en que me quedara en un Palacio Independiente anexado al Palacio del Segundo Príncipe Eshimed.

En otras palabras, ya no había necesidad de que viviera incómodamente en el Gran Ducado junto a Shastia y Alea.

El Emperador, que no sólo fue duramente criticado por los Reyes Espirituales, sino también por la desaparición de Phoenix, el Rey Espíritu de Fuego, y el fraude del Príncipe Heredero como elementalista, no pudo tratarme con la misma tranquilidad que antes porque su prestigio estaba muy empañado tanto interna como externamente.

Cuando se reveló que no recibió la bendición del Rey Espíritu del Fuego, el Príncipe Heredero, cuya posición se vio amenazada por la opinión pública de que debía ser sustituido por el Segundo Príncipe, que fue bendecido por el Rey Espíritu del Hielo, ni siquiera supuso una amenaza.

De cualquier manera, el Palacio Imperial era en muchos aspectos mejor que la residencia del Gran Duque. Además, se me concedió oficialmente el título de Princesa, por lo que desapareció una de las principales razones por las que debía permanecer en el Gran Ducado.

—... Es solo que me aburro —respondió Eshimed con voz tranquila.

—Ah, bueno, cenemos juntos ya que está aquí.

Sonreí alegremente y jalé a Eshimed de la mano.

Eshimed, que me estaba mirando fijamente, me siguió obedientemente.


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Nacida como la hija oculta del protagonista masculino y la villanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora