🪻Capítulo 67🪻

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—Vamos, Siorn, debes saludar. Tiene tu misma edad.

—¡Hola! Me llamo Siorn Arcaitz Bastevan. ¿Cómo te llamas?

Pero como si al final de la pena surgiera la esperanza, a medida que conoció al Príncipe Siorn Arcaitz Bastevan, que era de su mismo estatus y edad, las heridas profundas grabadas en el corazón de Judith parecieron curarse gradualmente.

Siendo un niño rebelde diferente a los niños nobles del Imperio Roshan, Siorn llegó a odiar a las personas de la familia Kandel que codiciaban el poder y el honor que les daba Judith.

—¡Ay, trata de atraparme!

—¡Ahhh! ¡Príncipe Bastevan, otra vez!

Con una mezcla de maldad y sentido de la justicia, habitualmente destruía las exóticas decoraciones y construcciones de la residencia del Duque Kandel.

El Duque Kandel y su familia odiaban al alborotador Joven Duque Bastevan porque habitualmente dañaba las construcciones y la propiedad en cuanto llegaba de visita... Incluso cuando protestaban contra el Duque Bastevan, sólo recibían una respuesta poco sincera diciendo que se trataba de un niño jugando y que recibirían una compensación.

—Mirándote, eres como una muñeca vacía y sin corazón.

—... ¿Yo?

En el jardín trasero donde crecían espesamente la hierba verde y las flores, preguntó una desconcertada Judith, quien estaba junto a Siorn, que se encontraba recostado con los brazos abiertos y mirando al cielo.

Los ojos dorados de Siorn, siempre brillantes y acompañados de una sonrisa traviesa, se pusieron extrañamente serios.

—¿Por qué escuchas obedientemente a tu codicioso medio hermano y a tus parientes? Escuché que los días que no vengo, lo único que haces es entrenar... ¿No estás cansada de eso?

—... Pero es lo que mi hermano mayor me ordena hacer —respondió Judith con voz vacilante, bajando la mirada y jugueteando con sus manos.

—Con un talento como el tuyo, no habrá problema si comes y juegas por el resto de tu vida. Mi padre y madre dicen que a pesar de que heredaré el título de duque en un futuro, debería aprender mis responsabilidades gradualmente después de mi décimo cumpleaños.

—...

La emoción que surgió en el corazón de Judith al momento de escuchar las palabras de Siorn no fue otra más que la envidia.

Jordi, su hermano mayor y ahora Duque Kandel, solía tratarla con amabilidad, pero la reprendía fríamente cuando descuidaba un poco su entrenamiento.

—Eso es porque tus padres te aman...

Ah, era por eso.

Judith se dio cuenta una vez más de que su hermano Jordi la presionaba mucho porque no la quería.

Cuando ese pensamiento pasó por su mente, las lágrimas brotaron.

«Ya no queda nadie que me quiera de verdad.»

Su joven madre, que era débil y tenía un corazón amable, y su hermano, que sonreía alegremente cuando se veían... Ambos murieron.

—Es porque... ¡Oye, por qué lloras! —exclamó Siorn cuando estaba a punto de responder algo, y se levantó de un salto.

Más lágrimas fluyeron incontrolablemente, por lo que Judith cubrió su rostro con ambas manos y lloró más fuerte.

—... Uhm, qué... Yo... Lo siento, he sido furo.

Nacida como la hija oculta del protagonista masculino y la villanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora