🪻Capítulo 94🪻

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El Primer Ministro, a quien ella y su hermana habían seguido como Maestro desde la infancia, inclinó la cabeza hacia el suelo.


—... Nunca olvidaré tu nombre.

Lo último que recordó de él no fue ni trágico ni fugaz.

—...

Aun así, ¿por qué no podía contener las lágrimas que intentaban brotar?

Claramente, después de escapar, él fue brutalmente torturado hasta la muerte.

La mujer se tragó las lágrimas que amenazaban con brotar de nuevo y obligó a sus piernas inmóviles a subir la empinada ladera de la montaña.

¿Cuánto tiempo estuvo caminando?

Tal vez porque todo estaba empapado por el agua de lluvia que fluía o porque realmente estaba delirando, ni siquiera podía ver claramente el camino frente a ella, así que se apoyó en una áspera roca mientras jadeaba.

De repente, cuando levantó la cabeza para respirar con fuerza, vio como una ilusión la torre de un castillo que nunca había esperado encontrar en el profundo acantilado de una montaña.

—¡Ah...!

Un rayo de esperanza llegó a ella, así que para poder levantarse, clavó sus uñas en la áspera roca hasta que sangraron.

Dio un paso a la vez hacia las peligrosas laderas de la montaña.

Así fue como finalmente llegó a la puerta del castillo.

En medio del caos y su borroso campo de visión, pudo sentir que pasaron décadas desde que el lugar fue abandonado... Era un castillo sin dueño.

Sintió desesperación ante eso, pero...

—Hasta que deje de llover...

Fue una suerte poder escapar.

Apenas pudiendo mantener de pie su cuerpo, que estaba a punto de colapsar, entró por la puerta del castillo.

El techo estaba lleno de telarañas y el interior estaba vacío y desolado, como si todos los objetos caros que alguna vez llenaron el castillo hubieran sido robados.

El agua de lluvia goteaba por el techo viejo y roto en algunos lugares.

Si los perseguidores que la seguían no la descubrían, sería capaz de escapar a pesar de haber sido llevada hasta el límite por las torturas físicas.

Caminó apenas, apoyándose en las paredes, y se posicionó en el pasillo más recóndito del interior.

Entró en la sala circular vacía y se desplomó sobre el suelo.

—¡...!

El intenso dolor con el que ahora vivía como norma fija, empezó a presionarla hasta el punto de que sus ojos se volvieron blancos de agonía.

Era un dolor causado por la distorsión de las vías vitales que fluían por el cuerpo debido al artefacto que bloqueaba a la fuerza el flujo del maná.

—Uff, ugh...

Un chorro de sangre roja brotó de sus pálidos labios.

Los ojos plateados, que perdieron por completo su brillo, miraron la sangre vomitada.

Ya no tenía la energía para sorprenderse ni enojarse.

Lentamente recostó la cabeza en el suelo como una hoja seca caída, mirando el techo descolorido al mismo tiempo que sus ojos se cerraban...

Nacida como la hija oculta del protagonista masculino y la villanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora