Día 11.8

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El tiempo, ese fluir misterioso y sagrado, No es lujo para mí, sino un don invaluable, Es la esencia misma de mi ser, mi deidad, Una necesidad que me guía con ritmo admirable.

En sus manos invisibles se tejen los hilos, De los días y las noches, del ayer y el mañana, Cada instante, una joya, un suspiro en el camino, Un tesoro que no se compra, que no se gana.

En cada alborada, en cada atardecer, El tiempo me susurra secretos de eternidad, Y yo, fiel amante, aprendo a agradecer, Porque en cada latido, encuentro mi verdad.

Es el tiempo un espejo donde se reflejan, Mis risas y mis lágrimas, mis sueños y desvelos, En cada tic-tac, en cada segundo que se dejan, Voy forjando mi camino, sin temor ni recelos.

El tiempo, compañero, confidente y aliado, Es mi guía y mi maestro, en esta danza universal, Me enseña que la vida es un regalo inigualado, Que debo valorar cada instante, cada vendaval.

No es lujo el tiempo, es el hilo que entreteje, Mi existencia en el tapiz de la eternidad, Es el faro que me guía, que nunca me proteje, Pues en su fluir constante, encuentro mi verdad.

Diario de un poetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora