Capítulo 2.

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—Bueno... —titubeé, intentando analizar todo bien y buscando las palabras adecuadas— El caso es que yo, yo también vivo aquí —solté de golpe.

—Vaya, ¡qué casualidad! —dijo y los dos comenzamos a reír, nerviosos.

Álvaro abrió la puerta del portal y ambos entramos y fuimos hacia el ascensor. Tras entrar, acerqué mi dedo hasta el botón número 6, pero no fui la única que lo hizo, ¡Álvaro también había pulsado el mismo botón!

—Pues al parecer no solo compartimos portal —comenzó a reírse— ¿En qué número de piso vives?

—En el C, ¿y tú? —respondí rápidamente y deseosa de confirmar si tan solo una pared me separaría de aquel misterioso chico.

—En el D

—¡Ostras es verdad! Ahora que me acuerdo, mi madre me dijo hace unos días que tendríamos nuevos vecinos —dije, intentando disimular que esta coincidencia, más allá de desagradarme, me había sorprendido para bien.

El ascensor llegó hasta nuestra planta y los dos salimos de este y nos despedimos con una sonrisa.

La tarde del primer día de clases no hice gran cosa, tan solo me limité a ver la televisión y cuando dejó de hacer tanto calor quedé con mis dos mejores amigas para ir a comprar el material necesario para el nuevo curso. Y obviamente contarles quien era mi nuevo vecino.

Después de contarles todo y de que Valeria comenzara a maldecir por haber ido al baño y haberse perdido la presentación de semejante tío bueno nos comimos unos helados y fuimos a la papelería más cercana.
De todas las personas que podía encontrarme allí, jamás pensé que fuese... él.

—Ts,ts —me chistó Alba para que mirase hacia dónde ella me estaba indicando.

—¿En serio es él? —pregunté incrédula y deseosa de que no lo fuese.

—Pues claro —contestaron mis dos amigas al unísono.

—Vaya... Pues sigue igual de guapo.

—¿Igual? Estás de coña, ¿no? ¡Ha cambiado para mejor! —dijo Val.

—Exacto, ¡está aún mas bueno que antes! —gritó Alba entusiasmada.

Me limité a reír ante su estúpido comentario y volví a mirarle. Aún no me podía creer que después de dos años volviese a estar aquí, en Madrid.

Cuando me enteré de que se mudaban a Málaga, jamás se me pasó por la cabeza que volvería a verle.
Aún así, me importo poco, pues él y yo cortamos nuestra relación y la cosa entre ambos no acabó muy bien, pero eso es algo que prefiero no recordar, al menos por ahora.

La verdad es que si que había cambiado bastante, ahora estaba aún más guapo que antes.

Estuve unos segundos mirándole hasta que me vi obligada a dejar de hacerlo, pues el dejó de ojear unos libros y se dio cuenta de que lo miraba.

Creí que se acercaría hacia mí y me saludaría, como suelen hacer dos personas que se conocen, y más aún si esa persona estuvo saliendo contigo durante ocho meses, pero no, él no era como los demás.
Él se limitó a apartar su mirada de mí y salir de la librería con aires de superioridad.
Al parecer su belleza no era lo único que había aumentado estos años, pues su ego tampoco se había quedado atrás.

Aunque claro, de él ya se podía esperar cualquier cosa, pues él era Adam, Adam Rodríguez.

Llegué a mi casa súper cabreada, no me podía creer que mi ex novio fuese así, bueno en realidad sí, pues lo conocía lo suficiente como para saber lo arrogante que era, pero me dolía que no me hubiese dicho ni un jodido 'hola'. ¿Tan poco le importé? Porque durante esos ocho meses se le veía bastante enamorado...

Estaba tumbada en mi cama sumergida en mis pensamientos cuando me llegó un Whatsapp de un número desconocido:

X: Asómate a la ventana vecina ;)

La primera persona que se me pasó por la cabeza fue Álvaro, y si, efectivamente era él. Pero lo raro era cómo narices había conseguido mi número.
Me dirigí hacía la ventana y la abrí, y ahí estaba él, apoyado en su ventana, que estaba situada justo enfrente de la mía.

—Estamos destinados a estar cerca eh —dijo riendo y señalando ambas ventanas.

—Eso parece —reí— ¿Puedo preguntarte algo?

—Claro, dime.

—¿Cómo has conseguido mi número?

—Tengo mis contactos.

Después de esas palabras, ni siquiera me dejó contestarle, me guiñó el ojo, cerró la ventana y salió de su habitación.

Según lo iba conociendo me parecía más raro, pero a la vez tenía algo que me atraía, supongo que era ese toque misterioso que tenía y lo guapo que era.

El resto de la tarde fue muy aburrida y tras ducharme, cenar y ver varias series decidí acostarme, pues había sido un día bastante estresante...

¡Llegaba tarde! ¡Era el segundo día de clases y ya llegaba tarde! Me vestí rápidamente, me peiné, cogí la mochila y unas galletas y salí a toda prisa de mi casa...

Por suerte llegué justo a tiempo.

No sabía por qué pero tenía el presentimiento de que hoy no sería un buen día, y vaya si no lo sería, pues nada más llegar a mi casillero, unos pasos más allá, ahí estaba ÉL...

NUNCA ME VERÁS CAERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora