Capítulo 5.

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Álvaro y yo estábamos a centímetros. Él no paraba de mirar mis labios y cada vez se iba acercando más. Yo estaba hipnotizada en sus preciosos ojos verdes y también me iba acercando poco a poco a su boca. 

Nos íbamos a besar cuando la canción 'Besos prohibidos' de Xriz comenzó a sonar, sin duda era mi móvil. Me giré, en dirección a mi bolso y comencé a buscar mi teléfono. Cuando lo encontré, lo cogí. Era mi madre.

—Cambio de planes —dije cuando dejé de hablar con mi madre— Al parecer me tengo que ir antes a mi casa, mi madre me reclama —reí.

—Jo, qué pena —se quejó— Justo ahora que estaba comenzando el mejor momento de la tarde —me miró con cara pícara y sonrió.

No lo sabía todo sobre Álvaro, es más, en comparación con otras personas, es como si apenas lo conociera, pero sin duda había algo que si sabía, y es que este gallego de ojos verdes me había lanzado más indirectas estos días que el resto de personas en toda mi vida.

—Mañana por la mañana nos vamos juntos al instituto, ¿no? —Dije, pues preferí no contestar a su indirecta y cambiar de tema, ya que el tener que hablar de nuestro 'casi beso' no era la mejor opción ahora, por lo menos para mí.

—Por supuesto —dijo mientras se levantaba del suelo y me extendía su mano para ayudar a levantarme— Vamos, te acompañaré a casa —dijo irónico.

—No tienes por qué acompañarme, me sabe mal que después tengas que volver solo a tu casa, te pilla demasiado lejos —le saqué la lengua y reí.

—Sí, la verdad es qué el sexto C pilla bastante lejos del sexto D, pero no hay problema, me viene bien andar.

Los dos comenzamos a reír a carcajadas. Hasta ahora, Álvaro había sido el único chico con el que podía bromear sarcásticamente sin problemas, pues él sabía cómo seguirme el rollo y hacerme reír aún más.

Cuando llegamos a nuestro portal y el ascensor se detuvo en la sexta planta, ambos nos bajamos y Álvaro se despidió de mí con un beso en la mejilla.

Estaba dispuesta a entrar en mi casa cuando Álvaro gritó mi nombre y me giró tocando mi hombro, captando así mi atención.

—Jessica, recuerda: Estoy dispuesto a conseguirlo, me cueste lo que me cueste —me guiñó el ojo, dibujo un corazón con sus dos manos, se dio la vuelta y desapareció entrando en su piso.

Yo, en cambio, me quedé paralizada como un idiota enfrente de la puerta de mi piso, y mientras mi cabeza reproducía de nuevo las palabras que me acababa de decir mi nuevo vecino, mi corazón latía a mil por hora y en mis labios se formaba una sonrisa.

(...)

A la mañana siguiente, fui andando al instituto junto con Álvaro. Por suerte, no sacó ningún tema sobre algo relacionado con nuestro 'casi beso' o con que aún seguía esperándolo.

Llegamos al instituto y a la puerta de este se encontraban Alba y Val con cara de pocos amigos.

Me despedí de Álvaro, quien se fue con Adam, Carlos y otros dos chicos que no conocía, y me dirigí hacia donde estaban mis dos mejores amigas.

—Con que quince minutos antes, eh —Val se cruzó de brazos.

—Me he levantado antes para nada —Prosiguió Alba y, acto seguido, la muy maja me enseño su dedo corazón.

—Yo también os quiero, eh —reí, intentando quitar así importancia.

—Pues nosotras ya no.

—A no ser que nos cuentes ahora mismo ese súper plan —propuso Valeria y después comenzó a reír.

—Eso está hecho, pero mejor vamos al patio de atrás, que aquí puede escucharnos mucha gente.

—Está bien, pero rápido, qué en menos de diez minutos empiezan las clases —dijo Alba.

Una vez que llegamos al patio de atrás, nos sentamos en un banco y estaba dispuesta a comenzar a contarles mi plan, cuando Alba me cortó:

—Antes de nada, ¿qué tal tu cita con el gallego?

—Estuvo bien. Pero... Intentó besarme.

—¿Cómo que intentó? ¿No os besasteis?

—A ver, os cuento. Me dijo que quería que la recompensa por haberse comido el helado de fresa con café fuese darle un beso. Y yo, pues cogí y se lo di en la mejilla. Pero me dijo que no se refería a la mejilla. Así...

-Es obvio que no se refería a la mejilla —me interrumpió Val— ¡Ningún tío te pide un beso en la mejilla! —Valeria parecía realmente histérica— Bueno, sigue contando —rió.

¿Esta tía era bipolar o me lo parecía a mí?

—Así que se acercó a mí, y estuvimos a nada de besarnos.

—¿Y por qué no os basasteis?

—Mi madre me llamó e interrumpió todo. Aún así, tampoco estaba segura de si quería besarle o no.

-¿Qué? ¿Tú estás loca, no? —preguntó Alba a la vez que me miraba con cara de psicópata.

—No, sé que es muy guapo, pero no sé, lo conozco desde hace nada y por ahora creo que solo lo quiero como amigo.

-Tía a ti te han afectado los helados tan raros que te comes —Alba comenzó a reír. — Bueno, cuéntanos tu plan.

—Veréis, os cuento. Val, tú sigues enamorada de Carlos Velázquez, ¿no?

—Sí, pero para él creo que soy invisible.

—Para eso he inventado este plan, para conseguir que te acerques a él y que te lo ligues.

—Mm... Pinta bien, sí. Pero... ¿cómo harás eso, genio?

—Pues veréis, resulta que Álvaro ayer me dijo que yo le gustaba y que haría lo imposible por salir conmigo. Y entonces he pensado que cómo él es amigo de Carlos, yo puedo salir más a menudo con Álvaro e irme acoplando a su pandilla y vosotras os venís y así Val se acerca a Carlos.

—Tía, ¿pero estás segura de esto? —preguntó Val inquieta.

—Sí, tranquila. Todo está a nuestro favor: tu conseguirás acercarte más a Carlos para que así el sepa de tu existencia y termine interesándose por ti, yo aprovecharé para dar celos a Adam con Álvaro y Alba pues podrá aprovechar para conocer a algún chico de su pandilla, que la verdad todos están bastante bien —reí.

—Estás loca tía —Alba comenzó a negar con la cabeza— Solo espero que esto salga bien.  

—¿Cuando empezamos? —pregunté.

—Pues resulta que mañana uno de los populares de los de 2° de Bachiller da una fiesta en su casa y estoy segura que de que Carlos y sus amigos irán, por lo que el plan podría comenzar allí. —sugirió Valeria.

—Por mi bien. Solo que si no vamos acompañadas de algún conocido del de la fiesta, no creo que nos dejen pasar —dijo Alba, y después me miró con cara pícara.

—¿Qué? —reí.

—Álvaro se junta con Carlos, Adam y compañía, ¿no?

—A pesar de tener un año menos que ellos, sí. ¿Por? —pregunté ingenua.

—Porque teniendo en cuenta que él está por ti, podrías intentar que te invitase a la fiesta de mañana y nosotras iríamos contigo —propuso Alba.

—Me parece bien.

—¡Que comience el plan! -gritó Valeria.

NUNCA ME VERÁS CAERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora