Capítulo 47.

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Mi móvil cayó al suelo al oír aquello y un punzante dolor se instaló en mi pecho. 

Me agaché y cogí el móvil lo más rápido que pude.

—Hu-Hugo —dije temblorosa para ver si la llamada aún seguía en proceso—. ¿Qué es eso de que Bárbara ha intentado suicidarse?

Me senté en la cama para tranquilizarme y esperé su respuesta. La desesperación empezaba a apoderarse de mí y sabía que las lágrimas no tardarían mucho en aparecer.

 La respuesta no llegaba y caí en la cuenta de que la llamada se había cortado.

Decidí volver a llamar a Hugo, a quién añadiría en otro momento a mis contactos.

Un vip, dos vip, tres vip, cuatro vips, cinco, seis... Y casi cuando creí que la llamada se agotaría Hugo respondió.

—Explícame que está pasando, por favor —supliqué.

—No puedo explicarte nada porque yo tampoco lo sé —comentó con voz ahogada—. Se la han llevado al hospital hace unos minutos, es lo único que puedo decirte.

— ¿Qué hospital es?

—Ramón y Cajal. Yo voy de camino hacia allí.

—Gracias, allí nos vemos.

Colgué y llamé a Valeria.

—Ey ey ey, mañana ya es martes, lo que significa que queda menos para el fin de semana—dijo Valeria nada más descolgar y después dio palmas.

—Hola a ti también, pero ahora no hay tiempo para demoras, hay algo mucho más urgente.

— ¿Qué pasa?

—Bárbara. Ha intentado matarse. Está en el Ramón y Cajal, ¿vienes?

— ¿Que ha intentado qué? ¿Esto no será una broma, no?

—Ojalá lo fuese —suspiré.

—Cuando llegue al hospital te llamo para ver dónde estás.

—Está bien. Llama tu a Alba y díselo, por favor.

—Eso está hecho —respondió y colgó.

Guardé mi móvil en el bolsillo trasero de mi pantalón, cogí mi bolso y me dirigí hacia el salón.

Allí se encontraban mis padres.

Lunes, ocho de la tarde, invierno y diluviando.
Sí, sin duda me costaría convencer a mis padres para que me dejasen ir al hospital.

Tras más de cinco minutos explicando a mis padres todo lo que sabía, me dejaron ir.

—Abrígate y ten el móvil a mano por si te llamamos.

—Descuida mamá —sonreí y besé su mejilla a modo de despedida.

Salí por la puerta a la vez que miraba mi móvil para ver si había recibido alguna noticia. Nada. De repente, me choqué con alguien. 

Alcé la vista y era Álvaro.

—Ey, Jess. ¿Dónde vas?

—Al hospital, ¿tú?

—A tirar la basura, pero... Escúchame, ¿ha pasado algo?

—Solo sé que Bárbara ha intentado suicidarse.

—Espera un minuto, aviso a mis padres y voy contigo.

—Oh vamos Álvaro, no hace falta. Hace muy mal tiempo, mejor quédate aquí.

—Por eso mismo, no voy a dejarte sola por Madrid estando así la tarde. Además, va a anochecer ya.

Asentí y no pude evitar sonreír. Tenía al mejor a mi lado, no había duda.

NUNCA ME VERÁS CAERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora