Capítulo 54.

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[*AVISO: Cuando lleguéis a la parte del capítulo en la que sale un altavoz, pulsad en este y leed esa parte del capítulo con la música hasta que la canción termine. Después, seguid leyéndolo normal. Cuando terminéis de leer el capítulo, tenéis la traducción de la canción en multimedia.]
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4 días después...

— ¿Estás segura de que llevas todo?

—Segurísima.

—Ay, mi pequeña, no sabes cuánto te echaré de menos.

—Serán solo unos meses mamá.

—Mi florecilla se hace mayor —dijo mi padre tras entrar en mi habitación.

Rodé mis ojos y no pude evitar abrazar a mis padres. Les echaría de menos, sin duda.

— ¿Nos vamos ya? —Pregunté tras mirar la hora—. Estoy segura de que Bárbara, Valeria y Alba ya estarán en el aeropuerto.

Mi padre asintió y cogió mi maleta.

—Ir bajando vosotros al coche, en seguida voy —dije.

Me quedé sola en mi habitación y me senté en la cama.

Suspiré. No podía creer la aventura que en apenas unas horas iniciaría con mis mejores amigas: en un país extranjero, lejos de mi familia y amigos y... de Álvaro.

No, ni siquiera podía asegurarme que este viaje saldría bien pero supongo que si quería olvidar a Álvaro debía intentarlo.

Miré por última vez mi habitación, contemplé las fotos que adornaban la pared, los peluches que me habían acompañado desde mi infancia, aquella muñeca a la que apenas le quedaba pelo y esa marca roja en el suelo que me recordaba que nunca más debía saltar en la cama.

Suspiré, y nostálgica me acerqué hacia aquellas fotos. No pude evitar coger tres de ellas y guardármelas en el bolsillo trasero de mi pantalón vaquero.
Mi vista volvió a contemplar todo aquello y después me dispuse a salir de mi habitación, pero, justo antes de hacerlo, y aunque mi subconsciente se negara, me vi obligada a mirar hacia la ventana de Álvaro, de quién no había vuelto a saber nada.

—Hasta siempre, Álvaro Fernández —susurré, y tras decir aquello unas lágrimas mojaron mis mejillas y cerré la puerta.

Me encaminé hacia la calle, en la que mis padres me esperaban ya montados en el coche y listos para partir hacia el aeropuerto.

El trayecto pasó rápido entre muestras de cariño y advertencias y recordatorios de mi madre.

—Y ojo y pestaña, hija, que la vista engaña —me repitió mi madre por séptima vez en lo que iba de día.

—Sí mama, puedes estar tranquila —le repetía ya cansada, aunque en el fondo sabía que lo decía por mi bien y que incluso echaría de menos sus reprimendas.

Llegamos al aeropuerto y Bárbara, Hugo, Valeria, Alba y nuestros familiares estaban allí para despedirnos. Incluso Gonzalo. 

Todas las personas importantes en nuestra vida estaban allí, todas menos Álvaro obviamente.

Me dirigí hacia mis amigas nerviosa y a la vez cansada, debido al gran peso que tenía mi equipaje.

— ¡Vamos que nos vamos, tiririri! —gritó Valeria emocionada cuando llegué y me posicioné frente a ellas.

Estuvimos unas dos horas despidiéndonos, repasando conjuntamente si las tres llevábamos toda la documentación necesaria y si no se nos olvidaba nada.

NUNCA ME VERÁS CAERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora