Capítulo 23.

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Nada.

Al fin y al cabo Álvaro y yo tan solo éramos eso, nada.
O como mucho algo así como 'amigos con derecho'.

Desvié mi mirada al suelo y susurré la respuesta en un tono de voz casi inaudible.

—No, no tengo novio.

Era increíble como unas palabras cualquiera podían significar tanto.

—Qué raro.

— ¿Raro por qué? —reí.

—No sé —se encogió de hombros— Supongo que porque con lo guapa que eres podrías tener a cientos al alcance.

—No soy de esas —hice una mueca— Ahora me toca a mí preguntar, ¿qué prefieres: salir a la calle con tacones y maquillado o solo en ropa interior?

—Obviamente la segunda opción. Además, es obvio que la gente no se reiría de mí.

— ¿A no? —pregunté divertida.

—Por supuesto que no —dijo seguro— Más bien se quedarían embobados viendo mi perfecto cuerpo.

—Eres un flipado —dije y le di una colleja.

—Pero estoy bueno.

—Chulo.

—Tía buena.

—Imbécil.

—Borde con buen culo.

—Bueno ya... —dije levantando las manos a modo de 'disculpas' y reí—. ¡Tonto! —solté de golpe tras decir aquello.

—Eres bipolar —rió—. ¿Harry Potter o los Juegos del Hambre? —preguntó.

—Mm... Los juegos del hambre. ¿Cantante favorito? —pregunté.

—Ed Sheeran —sonrió orgulloso.

— ¿Enserio? Dios, es mi ídolo —reí y Daniel rió conmigo.

— ¿A qué ciudad te gustaría viajar? —preguntó.

—A París. ¿Y a ti? —pregunté.

—A Ibiza. ¿Cuántos líos has tenido?

—A ti que más te da —reí y le pegué un pequeño empujón.

—Curiosidad, supongo —se encogió de hombros—. Venga, pregunta.

— ¿Verano o invierno? —dije.

—Verano sin dudarlo —rió— Me toca, ¿te beso, me besas o nos besamos? —dijo acercándose a mí.

—Te quedas con las ganas —respondí apartándole.

—Jo —se quejó— ¡Tengo una idea! Te reto a jugar a un serio —dijo— Quién antes se ría pierde.

— ¿Y cuál es el premio del que gane? —pregunté.

—Muy sencillo, si gano yo me tienes que besar y si ganas tú te tengo que besar —me guiño el ojo.

—Más quisieras tú —dije—. Si ganas tu nos besáremos, pero si gano yo te quedas con las ganas —dije no muy segura de si lo que estaba diciendo era lo correcto— Ah, y ten por seguro que no pienso perder —dije divertida.

—Acepto —dijo, y estrechó su mano con la mía.

Ambos nos miramos a los ojos durante varios minutos hasta que yo no pude evitarlo y comencé a reír.

— ¡He ganado! —Gritó eufórico y yo suspiré—. Cariño, cuando quieras, sé que lo estás deseando —dijo cerrando los ojos y acercándose lentamente a mis labios.

Me acerqué lentamente a él y con disimulo metí mi mano en el bolsillo trasero de mi pantalón y saqué el papel qué el me había dado. Lo llevé con sigilo hacia sus labios y lo estampé contra estos.

—Espero que te guste mi gloss sabor papel —dije levantándome y comenzando a correr, dejando a Daniel sentado y con el papel en los labios.

—No estaba mal, pero preferiría probar tus labios —dijo quitándose el papel de la boca y comenzando a correr tras de mí.

Ambos corrimos colina abajo hasta llegar a la moto de Daniel.
Nos paramos junto a esta y comenzamos a respirar agitadamente.

Estaba muy cansada, por lo que decidí apoyarme en la moto de Daniel y él se quedó frente a mí.

Cuando nuestras respiraciones se relajaron, nos miramos y comenzamos a reír.
Noté como Daniel comenzaba a acercarse sin apartar su mirada de la mía.

Cada vez estábamos más cerca, de tal modo que sus manos se posaron en mis caderas y mis manos se posicionaron al rededor de su cuello instantáneamente.

—Jessica, ¿qué mierdas estás haciendo? —me repetía una y otra vez mi subconsciente.

Continuábamos acercándonos y nuestros labios comenzaban a rozarse. Mis ojos dejaron de mirar sus labios para mirar sus ojos y fue entonces cuando reaccioné.

No, no podía hacerlo. Sin duda no podía besarle.

—Yo, eh... —tartamudeé—. Lo siento, pero yo no... —me separé de él, haciendo que su moto se tambaleara.

Daniel se limitó a romper la poca distancia que quedaba entre nosotros y a subir en la moto. Yo lo imité.

—Agárrate si no quieres caerte —me dijo. 

Yo asentí y me agarré a él.

Durante el camino de vuelta a la fiesta ninguno de los dos dijo nada. Tan solo se escuchaba el ruido de la moto y el aire, ya que eran las cinco y media de la mañana y apenas había tráfico.

Llegamos a la fiesta, que seguía incluso con más gente que antes.

A lo lejos, en una esquina del enorme jardín, pude divisar a mis amigas, por lo que decidí despedirme de Daniel e irme con ellas, pues necesitaba que me explicaran dónde mierdas se habían metido antes.

—Bueno, pues gracias por este rato —sonreí.

—Lo mismo digo. Ah y toma —dijo entregándome el papel que anteriormente yo había plasmado en sus labios—. Por si te vuelves a perder y quieres llamarme —me guiño el ojo y yo lo empuje de manera cariñosa.

—Adiós imbécil —reí.

—Adiós borde con buen culo —dijo y lo miré mal.

Me giré y comencé a andar hacia dónde se encontraban mis amigas.

—Ah —dijo llamando mi atención y haciendo que me girase de nuevo—. No nos hemos besado porque yo no he querido —Lo miré confusa—. Pero espero que recuerdes que pienso hacer que te mueras de ganas por besarme. Y voy a cumplirlo —dijo sonriente y con aires de superioridad.

Esta vez el que se giró fue él. Yo me limité a quedarme en el mismo sitio y a repetir mentalmente aquellas palabras.

<< No nos hemos besado porque yo no he querido. Pero espero que recuerdes que voy a hacer que te mueras de ganas por besarme. Y voy a cumplirlo. >>

Seguí contemplándolo hasta que se perdió entre la multitud.

Pero yo me quedé ahí, embobada. Recordando una y otra vez aquellas jodidas palabras que hace apenas un minuto habían salido de su boca.

Sin duda, aquel chico era todo un misterio, y eso, de una forma u otra, me encantaba.

Salí de mi trancé cuando recibí una llamada...

NUNCA ME VERÁS CAERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora