Capítulo 52.

33K 1.6K 348
                                    

Desperté en un sofá negro y cubierta por una cálida manta. Caí en la cuenta de que no estaba en mi casa y me sobresalté.

Me incorporé y tosí levemente para intentar conseguir la atención de alguien.

—Oh, buenos días Jess —dijo Gonzalo tras salir de la cocina.

— ¿Días? —pregunté inquieta al recordar que había venido a casa de Gonzalo de noche.

— ¿No recuerdas lo que pasó anoche?

—Esto... No —dije.

—Tranquila, no malinterpretes nada —rió—. Te conté toda la historia sobre la venganza de Adam y perdiste el conocimiento.

—Ah, sí —dije triste al recordar la trágica noche que había vivido.

— ¿Ya estás mejor? Te desmayaste de repente y...

—Esto... Sí, gracias —sonreí—. ¿Puedes llevarme a casa? —pregunté mientras me llevaba las manos a la cabeza, debido a que comenzaban a darme pequeños dolores en esta.

—Claro, ¿no quieres comer algo antes?

Lo miré y negué con la cabeza.

—Está bien, pues vámonos —respondió y cogió mi chaqueta del perchero. Después me la dio.

Me dirigí hacia la puerta junto con Gonzalo y esperé junto a este a que la abriera.

Una vez abierta, Gonzalo seguía sin moverse. Noté como me lanzaba una tierna mirada y como acortaba la distancia que había entre ambos.

Yo no pude retroceder porque me encontraba contra la puerta.
Gonza cogió un mechón de mi pelo y lo colocó tras mi oreja, después acarició mi mejilla y se acercó hacia mi boca.

—Esto... —dije intentando apartarme.

Pero de poco sirvió, pues continuó acercándose tiernamente hacia mí.

—Gonza, eres un gran chaval —dije poniendo mis manos en su pecho—. Pero creo que ahora por lo menos no es el mejor momento para esto...

—Oh, sí claro, yo... Lo siento —dijo rascándose la nuca—. Bueno, creía que tú y yo quizás podríamos... —hizo una pausa y me miró—. No importa, déjalo... —dijo apartándose de la puerta para dejarme salir—. Nunca será el momento —susurró con la mirada perdida en el suelo.

Ambos salimos del piso en silencio y montamos en el coche. Me abroché el cinturón y pasé todo el trayecto mirando por la ventana para intentar disimular así lo acaloradas que se encontraban mis mejillas.

—Pues ya hemos llegado —dijo Gonzalo tras llegar a mi portal.

—Gra...gracias por traerme y por todo en general —dije, y lo miré sin saber muy bien si despedirme de él con dos besos o irme sin más.

Decidí darle un solo beso en la mejilla, me había ayudado mucho y lo consideraba un gran amigo. No quería que una estúpida e incómoda situación lo arruinara, por lo que decidí actuar como si nada.

—Hasta pronto —dije despidiéndome con un beso en su mejilla derecha.

Gonzalo sonrió de lado y tras mirarme fijamente, dirigió su mirada al suelo. Después, volvió a levantarla, y sin dirigirme la mirada miró al frente y arrancó su coche.

NUNCA ME VERÁS CAERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora