Capítulo 26

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— ¿Y qué tal fue? —preguntó Bárbara, ajena a que Carlos era todo un playboy y tan solo estaba utilizando a Valeria.

—Bf, genial. Primero comenzó a...

—Ts, para el carro —dijo Alba riéndose—. No quiero detalles.

—Nadie los quiere —concluí yo.

—Hacéis bien, os habría entrado envidia si os hubiera contado la de cosas que es capaz de hacer Carlos, bueno ya me entendéis... —dijo mirándonos con mirada pervertida y nosotras reímos.

Sin duda, no había nadie más loco que Valeria.

Y eso a veces la acababa trayendo problemas.

Y si no que se lo digan a ella, que con seis años metió la cabeza en el carrito de su mochila y luego no era capaz de sacarla, ¡se tiró horas con ella metida! O cuando tenía doce años y la eligieron como protagonista para la obra de teatro de la fiesta de fin de curso, antes de actuar se la olvidó desconcertar el micrófono y todas las personas la oyeron insultar al director.

Aunque si fueran solo esas... El problema es que ¡había mil y una anécdotas más!

Y no sé por qué, pero estaba segura de que una vez más, su locura la jugaría una mala pasada.
Aunque supongo que esta vez la culpa era nuestra, pues nada hubiera pasado si la hubiéramos contado toda la verdad sobre Carlos desde el principio.

Seguí rayada un rato más mientras que las demás conversaban animadamente sobre diversos temas, hasta que una cancioncita me sacó de mis pensamientos...

Ya deberías saberlo

A las chicas de verdad nos gusta el pollo frito

A las chicas de verdad nos gusta el pollo frito

A las chicas de verdad nos gusta el pollo frito

pollo pollo polla

A las chicas de verdad nos gusta el pollo frito

A las chicas de verdad nos gusta el pollo frito

A las chicas de verdad nos gusta el pollo frito

pollo pollo polla

— ¿Sí? —Contestó Valeria tras descolgar su móvil.

Mis dos amigas y yo la mirábamos aún sin dar crédito a lo que acabábamos de oír.

Después de que Val estuviera unos minutos hablando, colgó.

Bárbara, Alba y yo seguíamos mirándola impactadas.

— ¿Qué mierdas fue eso? —pregunté y reí al recordar la dichosa cancioncita.

—No me digáis que no es la leche —dijo Valeria—. A las chicas de verdad nos gusta el pollo frito, a las chicas de verdad nos gusta el pollo frito, pollo, pollo... —comenzó a cantar.

— ¡Polla! —terminó Bárbara.

Reí ante la idiotez de mis amigas.

—No os niego que la canción sea pegadiza pero de ahí a tenerla de tono de llamada... —volví  a reír.

—Queda comprobado que Valeria debe ir al psiquiatra —dijo Alba y todas, incluida Valeria, reímos.

Seguimos hablando de diversos temas hasta que se hizo tarde y decidimos irnos.

NUNCA ME VERÁS CAERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora