(...)
Me desperté cuando la alarma de mi despertador comenzó a sonar.
Cogí mi 'querido' despertador y lo arrojé contra la pared, provocando que este dejara de sonar.
Sonreí triunfante y volví a arroparme con mis suaves sábanas esperando poder dormir de nuevo.Pero mi despertador parecía no darse por vencido, pues a pesar del gran golpe que había recibido, volvió a sonar a los pocos minutos.
—Agh —murmuré, y comencé a maldecir al despertador por lo bajo.
—Jessica, cariño, despiértate —oí decir a mi madre desde la cocina.
—Um...
—Jessica, hija, ¿me estás oyendo?
—Calla mama...
—Jessica Ross —dijo mi madre entrando en mi habitación—. Si no te levantas ya mismo llegarás tarde a clase.
—Mierda -dije al caer en la cuenta de que tenía clase y que vería a Álvaro.
No es que no quisiera verlo, al contrario, moría de ganas por verlo y poder hablar con él. Pero lo que temía era su reacción, si es que llegaba a reaccionar, claro.
Le había mandando cientos de mensajes y le había llamado en numerosas ocasiones, pero Álvaro nunca había llegado a dar respuesta.
—Esa boca hija... —me dijo mi madre, sacándome así de mis pensamientos.
—Perdón mama... Es que... ay... me duele mucho la cabeza —mentí, esperando que mi madre se lo creyera y me dejara quedarme en casa.
—A ti lo que te duele es el corazón —pensó mi subconsciente.
—Puedes tomarte una pastilla si quieres, pero venga, a clase.
—Ay ay ay, déjame quedarme en casa, ¿quieres que me dé un chungo en clase o qué? —dije dramatizando.
—No seas exagerada anda, eso te pasa por acostarte tan tarde.
—Pero si yo... Si me acosté tarde fue porque estuve haciendo un trabajo de historia.
En realidad no había estado haciendo ningún trabajo de historia.
Lo que hice fue dedicarme todo el domingo a estar encerrada en mi habitación, viendo películas románticas que lo único que hacían era deprimirme aún más y escuchar música triste a la vez que divisaba sigilosamente a Álvaro desde mi ventana.
—Es igual. Venga, vístete.
—Jo —protesté, hoy mi madre estaba protestona.
— ¿Y si la digo que estoy sufriendo mal de amores, que apenas he dormido dos horas y que ya no me quedan lágrimas de tanto llorar, ¿me dejará no ir a clase? —pensé.
Pero decidí descartar el contarle a mi madre que mi vecino había cortado conmigo porque yo solita delaté que me había besado con otro y, renegada, comencé a vestirme.
Me bebí mi vaso de leche de un trago y tras peinarme, salí de mi casa y me paré, como de costumbre, en el descansillo de la sexta planta.
Estuve más de cinco minutos allí, en silencio y mirando fijamente la puerta de Álvaro, con la esperanza de que esta se abriera y Álvaro viniera hacia mí y me besara, al igual que todas las mañanas.
Pero eso no pasó.
Mi vida había cambiado radicalmente este fin de semana, había pasado de tener novio y estar súper feliz a no tener novio y andar llorando por las esquinas.
Esperé un par de minutos más por si Álvaro salía del piso, pero nada.
Sabía de sobra que me ignoraría, pero al menos podría volver a mirar a esos preciosos ojos verdes.
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NUNCA ME VERÁS CAER
Ficção Adolescente¿Qué pasaría si una relación perfecta deja de serlo tras un trágico suceso? Mejor os lo plantearé de otra forma, quizá así la vida de Jess y de Adam os haya resultado un tanto extraña. ¿Qué pasaría si tu ex, tras más de dos años sin dar señales de v...