Capítulo 34.

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Alba nos miró a punto de llorar, pero se contuvo y volvió a observar a su mejor amiga, que aún no había dado respuesta.

— ¿Piensas decirme algo, Alice? —preguntó Alba al mismo tiempo que las lágrimas comenzaban a deslizarse por sus mejillas.

La pelirroja se deshizo totalmente del agarre de Raúl y se acercó más a nosotras, dejando a Raúl en segundo plano.

— ¿Que quieres que te diga? ¿Que estaba pasando un rato agradable hasta que habéis llegado? —dijo al fin.

Vaya, ni rastro quedaba ya de aquella chavala destrozada y con el rímel corrido que lloraba desconsoladamente al enterarse de que, quien por aquel entonces era su novio, la había engañado con dos tías a la vez.

Alba resopló.

— ¡Que has vuelto a España, por ejemplo!

—Ya eh bueno, vine hace solo dos días. Se me olvidó avisarte —se excusó.

—Éramos mejores amigas, o eso creía yo —Alba se quejó.

—Tranquila, el caso es que ya sabes que estoy aquí. Podemos ponernos al día mañana.

— ¿Y por qué no ahora? —propuso Alba, intentando dejar al margen que quién era su mejor amiga se estuviera enrollando con el chico que a ella le gustaba.

—Porque estábamos ocupados —intervino Raúl.

—Pero mi amiga tiene mucho que contarme —rebatió Alba.

— ¿Y no puedes esperar? Puedo contarte todas esas "cosas" mañana —propuso Alice.

—No son solo "cosas", Alice. Esto tiene más importancia de la que tu le estás dando —se quejó Alba.

Alice resopló y después miró a Raúl.

—Nos vemos mañana, ¿vale? —preguntó después, Raúl asintió y se despidió de la inglesa con una cachetada en el culo.

Cuando todas creíamos que se marcharía, se acercó a Alba y le susurró al oído.

—Muñeca, aunque mañana también haya quedado con tu amiguita lo nuestro también sigue en pie, ¿verdad? —le guiño el ojo.

—Adiós, Raúl —dijo Alba mirándolo tan mal como su corazón la permitía.

Raúl volvió a dirigirse a Alba y a Alice.

—Recordad nenas, puedo sacar tiempo para las dos. O incluso para alguna más —dijo mirándonos a Valeria, Bárbara y a mí.

Alba lo miró con desprecio, como si de repente todo su amor hacia él hubiera desaparecido. Pero no lo había hecho, claro.

Aquella mirada pareció convencer a Raúl, quien se marchó sin decir nada más a ninguna.

Ahora Alba miraba a Alice esperando una explicación. Y Valeria, Bárbara y yo nos limitábamos a observarlo todo. Preferíamos no intervenir.

— ¿Hace cuanto que volvéis a estar liados? —preguntó Alba al ver que Alice no decía nada.

—Desde hace dos días. Fue al único al que avisé cuando volví a Madrid.

— ¿Segura que no has vuelto a verlo hasta ahora desde que te puso los cuernos en aquella fiesta?

—Segura.

Alba miró a Alice sin creer aún sus palabras.

—Bueno vale, hace dos semanas volví a España unos días y también quedé con él.

Alba la miró con rabia, intentando reprocharle con la mirada que en esa ocasión tampoco la había avisado.

— ¿Acaso ya no recuerdas lo que te hizo en aquella fiesta? —preguntó Alba con rabia.

NUNCA ME VERÁS CAERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora