Capítulo 9.

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Tras retocar a Val y a Alice y dejarlas aun mas sexys de lo que estaban, salimos del baño y nos dirigimos a la planta de arriba.
Las cuatro fuimos directas hacia la sexta puerta. Entramos con cuidado, y allí estaba el novio de Alice, junto con otras dos tías. Los tres estaban desnudos, pero por suerte los cubría la sábana de la cama en la que estaban dormidos.

—Vaya, las tías han debido de ser unas fieras. Los tres están fritos —reí por lo bajo.

—Sí, aunque teniendo en cuenta que estamos en una fiesta no creo que tarden en despertarse y en volver abajo —susurró Alba.

—Ayudadme chicas —dijo Valeria, que, justo en este momento se encontraba tirada en el suelo buscando la ropa de Raúl— No tenemos mucho tiempo.

Tras varios intentos, al fin encontramos la ropa de Raúl. Cogimos su camisa y los pantalones. Sus calzoncillos, aunque también los encontramos, preferimos dejarlos ahí.

—Ps, ps —nos chistó Alba— ¿Y si también nos llevamos la ropa de ellas? —Preguntó señalando a las dos tías que ahora dormían junto a Raúl.

—Pobrecillas, ¿no sería abusar?

—Sí, Jessica tiene razón. Bastante han tenido ya las pobres por acostarse con semejante idiota —Alice comenzó a reír, se la veía dolida pero aún así nos quería hacer parecer que no lo estaba.-

Tras coger la ropa de Raúl, salimos sigilosamente de la habitación y bajamos a la planta de abajo.
Había aún más gente que antes.

—Chicas, ¿y si vamos a bailar? —propuso Valeria al ver que Carlos se encontraba por la pista de baile.

—Está bien, pero hay un problema. ¿Qué hacemos con esto? —dijo la pelirroja señalando la ropa de Raúl.

—Por eso no hay problema. Yo sé dónde guardarlo —reí— Acompañarme a la cocina.

—¿Acaso sabes dónde está, genio? —Se burló Alba.

—No, pero no creo que sea difícil encontrarla.

Tras más de cinco minutos de esquivar a gente y buscar por la planta baja de aquella enorme casa, llegamos a la cocina.

—Veis, a sido fácil —dije sarcástica y todas comenzamos a reír.

En la cocina también había gente, pero la mayoría de ellos eran borrachos que no sabían ni por dónde se andaban así que no había problema.

Metí la camisa y el pantalón de Raúl en el lavavajillas y lo cerré.

—Bien, ya podemos irnos —sonreí como si nada y pusimos rumbo a la pista de baile.

Llegamos al salón dónde todo el mundo bebía y bailaba, entre otras cosas.

Nos ofrecieron una bebida roja. No sabíamos lo que era pero nos lo tomamos sin apenas pensárnoslo y nos pusimos a bailar como locas.

Llevábamos un buen rato bailando y sería cerca de las tres y media de la madrugada, pero la fiesta aún estaba en pleno apogeo.

—Chicas, soy yo, ¿o Carlos no para de mirarme? -—preguntó Valeria y todas nos giramos hacia dónde estaba Carlos.

—Sí, te está mirando —afirmamos todas.

Seguimos bailando al ritmo de la música y tras estar un rato mas bailando decidí ir a por algo de beber, se lo dije a las chicas y me alejé de aquella masa de gente.

Llegué a la zona donde repartían bebidas y cogí otra de aquellas bebidas rojas. Estaba rica y tenía calor y sed, por lo que aun sin saber bien que era, pedí otra.

NUNCA ME VERÁS CAERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora