Capítulo 7.

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¿Qué? ¿Enserio? ¿Por qué siendo más de quince en aquel círculo me tenía que tocar a mí? ¿Por qué habiendo muchas chicas que querían besarle me tenía que tocar a mi? ¿Por qué él? ¿Por qué yo? ¿Por qué nosotros? ¿Y por qué este estúpido juego?

En estos momentos lo único que era capaz de hacer era maldecir por lo bajo y rezar para que no me besara.

-Buah, no pienso besarle -dijo antes de coger un bote de cerveza y bebérsela de un trago, no sin antes deshacerse de su camiseta.

Suspiré aliviada. 

Quería con todas mis ganas que dijese que no, pero a la vez, debía reconocer que en cierta parte me molestaba que el que hace dos años fue mi novio y compartió conmigo tantos besos y momentos se negara a darme un simple beso. Era algo que no podía entender. Y supongo, que, por mucho tiempo que pasara seguiría sin hacerlo.

El siguiente en girar la botella fue Álvaro, la botella giró varias veces y tras varios segundos de tensión, se detuvo señalándome a mí. ¿Enserio?
Estaba empezando a creer que había una especie de imán que hacía que la botella girase hacia mí.

Álvaro, muy al contrario que mi ex, sonrió y se levantó directo a dónde estaba yo. Lo imité y me acerqué hacia él.

Estábamos a centímetros y toda la gente del círculo y otras tantas personas que se encontraban por la fiesta nos miraban. Juntamos nuestros labios y comenzamos a besarnos. Fue un beso apasionante y dulce a la vez. Incluso me había dejado con ganas de más.

Tras separarnos, sonreí a Álvaro, quién me acarició la mejilla, y me susurró al oído.

—Esta vez sí que ha podido ser pequeña —dijo y yo sonreí— Espero que no sea el último —dijo guiñándome el ojo y volviendo a su sitio.

Aw, este chico era todo un misterio y a la vez todo un amor, y eso, me encantaba.

La botella volvió a girar de nuevo. Esta vez, quienes se besaron fueron dos chicas a las que no conocía de nada, supuse que serían de aquel grupo de chicos y chicas que nos propuso jugar.

El turno ahora era de Raúl. Este giró con fuerza la botella y esta fue a parar donde estaba sentada Alba. Raúl era rubio y muy mono, y teniendo en cuenta que Alba no tenía novio ni a nadie a quien conquistar en nuestro plan, era obvio que no la importaría besarle. Aunque claro, quien tenía la última palabra era quien había girado la botella.

Tras varios segundos de tensión y misterio por saber que decidiría hacer aquel chico rubio, finalmente se levantó y hizo un gesto a Alba para que se levantase y fuese hacia él.

Cuando ya estaban relativamente cerca, Raúl la pegó más a él agarrándola del culo y la besó durante más de medio minuto.

Vaya, no sé si sería el alcohol o que simplemente este chico ya era directo de por sí, pero si algo estaba claro es que no perdía el tiempo y que si tenía la oportunidad de pillar cacho, no la desperdiciaba.

Valeria fue la siguiente en girar la botella.

Ella no era de jugar a este tipo de juegos, la conocía muy bien como para no saberlo. Pero de nuevo, el chico malote de pelo negro era el motivo de que Val estuviera haciendo cosas que por otras personas no hubiera hecho.

La botella se detuvo ante un chico pelirrojo y no muy alto al que no conocíamos.
Para mi sorpresa, Val se levantó y fue a besarle.
El tío resultó ser un aprovechado y si no llega a ser porque Val se apartó y volvió rápidamente a su sitio, estoy segura de que este no hubiera tardado en meter lengua.

Tras varias rondas más de besos, cervezas y ver gente deshaciéndose de su ropa, entre ellas a Sheila, quien se quedo solo en ropa interior, la siguiente persona en girar la botella fue Alba.

La botella se detuvo ante Carlos.

Alba comenzó a ponerse nerviosa al notar que Valeria la miraba con cara de pocos amigos.

Una de mis mejores amigas se debatía entre besar al amor platónico de una de sus mejores amigas o negarse a hacerlo y quedarse en sujetador delante de todos.

Tras varios segundos sin saber qué hacer, fue Carlos quien se levantó y fue hacia ella.
Las normas del juego decían, que, quién decidía si besaba o si se bebía una cerveza era la persona que había girado la botella, pero eso a Carlos no debió importarle puesto que cuando se acercó lo suficiente a Alba, la besó.

Aguantaron morreándose por casi un minuto y cuando se separaron, Carlos guiñó un ojo a Alba y volvió a su sitio.

Durante el beso, vi a Valeria algo furiosa y con ganas de querer llorar. La pregunté que si estaba bien y me respondió que sí, que solo era un juego y que no había ningún problema.
Aunque sabía que era mentira. Sabía que se estaba mintiendo a ella misma y que me estaba mintiendo a mí.

Pero, tras ver a Carlos guiñar el ojo a Alba y sentarse sonriente y como si nada, Valeria no pudo fingir más: se levantó y comenzó a llorar mientras corría hacia alguna parte de la casa.

NUNCA ME VERÁS CAERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora