Capítulo 31 - Bajo la arena, unidos por las manos

180 48 32
                                    

 La puerta debajo de sus pies se abrió en el momento que dieron marcha atrás

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La puerta debajo de sus pies se abrió en el momento que dieron marcha atrás. La caída era por un túnel angosto y recto, bastante profundo. Xiang Shen no tenía suficiente espacio para sacar la espada y volver a flotar sobre ella, el aterrizaje tuvo que ser con sus pies y energía espiritual, cayendo así sobre el suelo.

Frente a ellos había otro túnel angosto, el aire apenas ingresaba, era húmedo e incómodo. Sabían que, si no se daban prisa, pronto serían sofocados. La salida no podía verse, y tenían la esperanza de que, al final, hubiera una.

Xiang Shen curvó sus cejas, angustiado por la mala suerte, era como si él la atrajera.

—Rápido, o nos desmayaremos por falta de oxígeno —apresuró él.

Por suerte, el camino no era tan largo, no tardaron nada en llegar a otra puerta. No obstante, como si fuera una maldición, el camino ante ellos no iba recto, sino hacia abajo, en diagonal. ¿Por qué daba tan malas vibras? Ambos chasquearon la lengua al simultaneo, de algo no podían quejarse: había escaleras, no era una caída al vacío.

—Deja que camine por delante —solicitó Xin Yuan.

Las escaleras daban la impresión de nunca terminar, el aire era escaso y húmedo, sus ropas parecían estar hechas de pura tierra y arena, y las manos y brazos ardían por el roce de las paredes que tocaban constantemente para analizar. De a poco, el malestar se volvía insoportable.

Cuando el camino por fin terminó, vieron algo que tomaron como una broma de mal gusto. Había una escultura aterradora y enorme que se movía de manera circular sobre su propio eje. Tenía una "cara" vigilante y espantosa. En lo que sería la boca tenía varios colmillos del tamaño de un brazo humano, sus ojos estaban cerrados, y se podía notar a simple vista que eran enormes.

Xiang Shen notó que la estatua no tenía voluntad, mas sí energía espiritual dentro.

—Es controlada con la energía de ese imbécil, ¿será que puede vernos? —dudó Xiang Shen.

—Es parte de su imaginación. —Xin Yuan se aproximó, sin acercarse demasiado, para ver mejor la escultura—. Qué asco, no cabe duda de que eso hará algo en cuanto nos detecte.

La habitación era circular y no se podía ver nada más que esa estatua, a excepción de cuatro túneles en las paredes. Uno de ellos era muy pequeño, solo alguien que se arrastrara podría ingresar por allí; los otros tres eran como largos pasillos sin fondo visible.

—No debemos fiarnos de nada, ni del suelo —resopló Xiang Shen—. Mejor vamos despacio, decidamos qué camino tomar, ¿por cuál quieres ir?

—Es tu turno —contestó Xin Yuan—. Te seguiré a donde sea.

El castaño apartó su rostro para observar con detenimiento los alrededores y los posibles caminos. Las palabras de su compañero conmovieron su corazón, se sentía muy sensible todavía, ¿cuánto más podría seguir sin ponerse nervioso? El momento para conversar llegaría, ese no lo era en absoluto. "Te seguiré a donde sea". Era tan simple, pero tan significativo, ¿podía querer abrazarlo por algo así?

Grulla Negra《Hēi Hè》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora