Capítulo 40 - Yǐng YǒngSī

164 49 20
                                    

 El ruido sordo los aturdió por unos instantes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El ruido sordo los aturdió por unos instantes. Parecían explosiones o algo similar, algo que estaba rompiendo paredes y techos. Xiang Shen y Xin Yuan contemplaron asombrados la tranquilidad de Xiang BaiYue, estaba tranquilo como un arroyo.

—No les harán daño siempre y cuando estén a mi lado —aclaró luego de un suspiro—. Es alguien que va a ayudarnos a derrotar a esos imbéciles.

Xiang Shen no pudo formular una respuesta a tiempo, pues las explosiones no tardaron en comenzar a derrumbar partes del palacio; el ruido se hacía más cercano. «¡¿De qué lado hablas?! ¿Acaso las paredes no caerán por encima de ti o qué? ¡Maldita sea! Crear un escudo sería lo más prudente». Intentó contener sus palabras, mas no lo consiguió.

—¡Xin Yuan, ayúdame a formar un escudo!

En comparación a Xin Yuan, Xiang Shen estaba a punto de perder la paciencia, ya estaba más que harto de que todos, a excepción de él, supieran qué pasaba.

El chiquillo resopló.

—Es un aliado, no nos hará daño —expresó, calmo, mientras pegaba un talismán en la pared.

El papel garabateado comenzó a emitir una luz incandescente que los obligó a cubrir sus caras. Cuando volvieron a observar, con los parpados aún algo caídos a causa del polvillo, vieron un tigre de pelaje morado y líneas negras, el responsable del derrumbe de la pared. Tenía dos alas blancas y colmillos prominentes, en el rostro llevaba una máscara de metal decorada con una pluma marrón, y en su lomo, sobre una silla de tela y almohadones, había un muchacho muy bien vestido. El chico era pálido, de cejas pobladas y negras, su cabello negro carbón estaba bien atado en una alta cola de caballo, sujetada por una cinta azul que se desplazaba con el viento.

«¡¿Qué es este niño?! Es decir... ¡¿Quién es?!». Xiang Shen se guardó sus emociones, ya alteradas al extremo. Xin Yuan actuó rápido y sin pensar, sujetó de la cintura a Xiang Shen y lo movió hacia un lado, entrometiéndose entre esa criatura y su pareja.

Xiang Shen estaba tan abrumado por todo lo que estaba ocurriendo. Su joven sobrino, como si de un caballo se tratara, se subió al tigre y se colocó justo detrás del otro joven. Le murmuró algo al oído, compartieron una sonrisa, y, alzando la voz, dijo:

—¿Vienen o se quedan con mi padre?

Eso provocó un tic en los hombros de Xiang Shen. No podían quedarse y pelear, no importaba cuánto quisieran quedar en paz y vivir tranquilos, no podrían derrotar solos al equipo de Xiang Feng. Tomó su decisión, y, antes de que pudiera responder, otro tigre, idéntico al anterior, entró, dejando otro gran agujero en la pared.

—Suban, no hará daño —afirmó el joven que dirigía al primer tigre.

Xin Yuan dudó y colocó una mano frente a Xiang Shen.

—Si quieres ir, iremos. Si no quieres ir, nos vamos de aquí. Yo seguiré tus pasos.

—Xin Yuan —susurró con apenas un hilo de voz—, vamos. Pase lo que pase, quédate conmigo, por favor.

Grulla Negra《Hēi Hè》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora