Yuanghe intentó detener a Xiang Shen. Era arriesgado acercarse a ese hombre, en un principio, la idea era organizarse al 100% para ir en su búsqueda. Su intención no era que llegara de la nada, estando heridos, agotados y con pocas posibilidades de ganar.
El castaño se liberó del agarre, estaba desesperado: Xin Yuan era su todo, no podía quedarse quieto al ver algo así.
—¡Espera! —advirtió Yuanghe en gritos—. ¡No te acerques! ¡Si te tiene a ti, hemos perdido!
—Ven a mí, Xiang Shen. —Nangong Ju le mostró un rostro malvado y lleno de deseo—. Siempre terminas huyendo de mí, y ahora vienes a las corridas.
El dios demonio arrodilló en el suelo a Xin Yuan. Era como si esa espada lo hubiera dormido, o como si lo hubiese matado con un movimiento. Nangong Ju no lo soltaba, su espada seguía insertada en él, esperaba a que Xiang Shen se acercara.
—¡Suéltalo! —amenazó el otro con su espada.
—No, este tipo es demasiado problemático. Le he dejado ir libre y mira lo que ha hecho. Esa semilla es la última que puedo hacer, ya no te dejaré ir. Yo también estoy luchando por sobrevivir, ¿no te das cuenta?
Xiang Shen sintió que su corazón daba un vuelco, se hundió en lo más profundo de la soledad y desesperación. No quería seguir viviendo si no era junto a él, no podía, no creía que fuera posible soportar más tiempo de sufrimiento. Lo amaba, se habían protegido de cualquier enemigo, del futuro mismo, nunca se rindieron, sin importar el obstáculo, fueron un equipo por demasiado tiempo, a su lado todo era más bello, a su lado se sentía seguro. ¿Cómo podía no arriesgar su vida por él? No le importaba nada más, su mente se volvió una nube de ideas y remembranzas, así que atacó a gran velocidad para que sacara la espada del pecho de Xin Yuan. ¿Por qué no se movía? ¿A caso no podía defenderse? ¿Era algún veneno o maldición que lo paralizaba?
—¡Xin Yuan, despierta, este maestro te ordena que te despiertes!
No esperaba que hubiera respuesta a la primera, y, para su sorpresa, o como si fuera un milagro, los parpados de Xin Yuan se movieron. La cabeza del demonio, que estaba gacha, se elevó para conectar sus ojos. «Es un corte, es un corte, puede salvarse. Por favor, que pueda salvarse... Xin Yuan, por favor, no me dejes». Suplicaba sin parar.
Li BaoMing estaba tendido en el suelo, la espada del demonio lo atravesó en un punto vital, pero, ¿no era un dios? ¿No debería soportar el doble que cualquier humano o demonio corriente? Xiang Shen no lo había mirado hasta ese momento, y es que una luz incandescente comenzó a salir de él, como si se estuviera convirtiendo en partículas de luz. Esa era la luz celestial. Xiang Shen al principio dudó de lo que veía, apenas sabía sobre la muerte de un ser superior; solo los rangos, o personas muy instruidas en temas de inmortales, deidades, seres superiores y dioses, sabían con exactitud lo que era eso.
—Destierro permanente, ¿eh? —se burló Nangong Ju luego de una tos bastante fuerte—. Estás acabado, Li BaoMing.
Destierro permanente. Así se le conocía a cuando todos los dioses, sin excepción, decidían que un dios ya no pertenecía a la tierra celestial. Eso no hacía que un dios muriera, sino que fuera expulsado de los cielos. Aun así, el desterrado perdería una luz divina muy especial, una que le daba poder extra, más resistencia y velocidad, entre otras cosas. Al estar sin esa protección, con las heridas que acumuló en la batalla con Yuanghe, sumado a la puñalada de Nangong Ju, se estaba desvaneciendo, muriendo al fin.
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Grulla Negra《Hēi Hè》
FantasyDespués de una muerte trágica en un pasado dudoso, Xiāng Shén renace en un nuevo cuerpo. Ligado a su alma, viajó un artefacto de recuerdos que él mismo creó antes de morir. Movido por el deseo de recuperar el tiempo perdido y olvidado, comienza un...