Capítulo 53 - En busca de recuerdos, cediendo el lugar para conseguir uno mejor

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PARTE II:

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PARTE II:

Si eso pasaba, debía ser porque Xin Yuan compartía energía con él en todo momento. No sería extraño que, en ocasiones, las memorias se mezclaran, solo que no durarían mucho tiempo, y eso pasó.

Volvía a amanecer. No estaban afuera, sino dentro de la cueva, era de noche y, pese a que el clima no era malo, Xiang Shen se congelaba. Xin Yuan lo alimentaba con algún tipo de sopa que había cocinado. Se veía muy apetecible, incluso si tenía ingredientes poco convencionales; el discípulo se aseguró de que mantuviera los nutrientes necesarios. El maestro comía con dificultad, a veces tosía, o se negaba a tragar. Xin Yuan fue muy paciente con él, no lo dejaba ir hasta que no terminaba el alimento.

—Está bien. Come tranquilo, no hay apuro.

Xiang Shen no le contestó, asintió con lentitud. Se le veía más pálido y ojeroso que antes, ni siquiera podía mantenerse con la espalda recta, el discípulo era quien lo mantenía, casi que debía masticar por él.

Cuando terminó el plato de comida, Xin Yuan procedió a realizar una sesión de hechizos que Xiang Shen sí recordaba muy bien. Los hacía para quitar cualquier maldición y posesión, y, claro, aunque fuera de un nivel elevado, el joven Xin Yuan no sabía que se enfrentaba a un dios demonio; aún no alcanzaba un nivel tan alto como para combatirlo. En ese entonces, ni siquiera podría soñar con destruir una semilla de ese demonio.

Xiang Shen no reaccionaba a los hechizos, pero, de alguna forma, le aliviaba el dolor interno. Era como si con eso pudiera dormir al demonio por un rato más.

El joven de cabello negro se acercó para limpiar una fina lagrima que cayó por la mejilla de su maestro.

—¿Te sientes mejor? ¿Puedes hablar?

—Puedo... Xin Yuan —pronunció, afligido—. Siento mucho que tengas que pasar por esto. Ya no te quedes, sabes que me iré tarde o temprano... Yo...

Xin Yuan no lo dejó terminar, sus ojos se llenaron de lágrimas y sus labios se apretaron. Lo había abrazado con fuerza, envolviendo todo el delgado cuerpo ajeno en su regazo.

—No —murmuró—. Jamás me pidas algo así. Te cuidaré, encontraremos la cura, te quitaré lo que sea que tengas... —Sollozó antes de continuar—. Solo espera. Aguanta, prometo encontrar la manera... Lo único que pido es que no me dejes...

Su voz entrecortada movió lo más profundo del corazón de Xiang Shen, tanto el del recuerdo como el del espectador. Ambos estaban llorando, ¿cómo no iba a gustarle alguien que luchaba por él incluso en ese estado? ¿Cómo no iba a sentir que le debía más que su vida? ¿Cómo no iba a quererlo para él?

—Niño... tonto —susurró Xiang Shen—. Está bien, no llores más. Pelearé hasta el final.

—Maestro... Xiang Shen... ¿Dejarías que este discípulo sea atrevido una vez?

Grulla Negra《Hēi Hè》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora