Capítulo 48 - La Grulla Negra ha robado.

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 Su energía estaba por los suelos, su corazón latía tan rápido que apenas lo soportaba y, para colmo, se sentía torturado por sus pensamientos

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Su energía estaba por los suelos, su corazón latía tan rápido que apenas lo soportaba y, para colmo, se sentía torturado por sus pensamientos. «Lo devolveré, lo prometo, lo devolveré», sollozó.

Mientras corría, cada prenda que tenía parecía pesar una tonelada, gruñó repetidas veces hasta que no lo toleró más.

—¡De todos modos ya no la necesito! —exclamó, lanzando lejos la ropa que juntó en el callejón.

Subió con rapidez hacia la zona antigua de entrenamientos. La tormenta parecía querer regresar, y eso le preocupó a Xiang Shen. En ese momento, le hubiera encantado que todos fueran demonios. De serlo, Zhi Chen los podría llevar hacia su territorio, y tanto él sin la semilla como Ying YongSi y Xiang BaiYue no podían ingresar.

Se coló entre la hierba y la maleza, atravesó el bosque con dificultad, a causa de su apuro y cansancio, mas al menos no era perseguido. Pronto vio las casas destruidas y se apresuró aún más, llegando en cuestión de un pestañeo a donde estaban los heridos.

—Zhi Chen... —Entregó el saco, recuperando el aliento—. Saca unas cuantas y pícalas con algún palo... Iré desvistiendo a Xin Yuan... —Jadeó con dificultad.

—¿Estás bien? ¿Qué pasó?

—Yo... Nada. Apresuré demasiado mi paso, mi cuerpo aún está débil.

—La semilla ya se ha ido de tu interior, ¿cómo está tu energía? —preguntó, preocupado, picando algunas de las hojas medicinales con el primer palo que encontró.

—Regresará con el pasar del tiempo.

—Está bien, concéntrate en recuperarla y todo estará bien.

Fu XiaoBei suspiró y recogió un tazón roto que había en el suelo. Si bien triturar plantas no era gran cosa, por alguna razón, Zhi Chen no lo estaba haciendo del todo bien.

—¿Quieres que las aplaste yo?

—¿Tan torpe me veo?

—No dije eso... Pero sí —confesó el demonio más joven sin cuidado.

—Entonces ven. Enséñame.

Formando un puchero, Fu XiaoBei se acercó y tomó las manos de su líder para aplastar juntos las hierbas. No dijeron ni una palabra.

Mientras tanto, Xiang Shen sacaba con delicadeza las ropas de Xin Yuan, quería examinar cada parte. Si el demonio maldijo el cuerpo, la sangre, o envenenó su mente, el tratamiento sería mucho más complicado.

—Por favor, que no tenga nada más... Por favor... —suplicó en susurros.

Pronto sacó las prendas interiores y notó una mancha negruzca en el corazón de Xin Yuan.

—¿Esto es? ¿Una maldición...?

Si había una maldición, más partes del cuerpo mostrarían manchas negras, y en el torso y espalda no se veía nada. Se vio obligado a levantar los pantalones y mirar las piernas pálidas del demonio.

Grulla Negra《Hēi Hè》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora