Capítulo 49 - Posibilidad y esperanzas.

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 Tras terminar de rozar sus narices, los pasos comenzaron a hacerse más y más fuertes

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Tras terminar de rozar sus narices, los pasos comenzaron a hacerse más y más fuertes.

—No se asusten, soy yo —susurró una voz conocida.

El rostro de Xiang Shen se volvió rojo. Tenía miedo y vergüenza, ¡qué suerte que estaba oscuro! De lo contrario, Zhi Chen podría haber visto su cara demacrada por el llanto.

—T-tú... Fue muy rápido, ¿encontraron alimento?

—Sí, lo hicimos, e incluso hay un lugar mejor en donde podemos quedarnos. Hay leña seca en el interior, por lo que podremos prender fuego.

—Bien, vamos... ¿Y Fu XiaoBei?

—Estoy aquí —contestó desde afuera el antes mencionado—. Debemos llevar a los más pequeños también. Deprisa, la tormenta va a comenzar.

Xiang Shen enredó su brazo por detrás de la espalda de Xin Yuan. Apenas podía mantenerse de pie él, aunque, claro, no lo demostró en ningún momento, ni lo demostraría.

—¿Puedes caminar?

Xin Yuan le dirigió una sonrisa amable.

—Puedo, un poco.

—Vamos.

Salieron de la casa en ruinas, caminaron de vuelta por donde pasaron con anterioridad y continuaron por un sendero. Por fin vieron el espacio que los demás hallaron. Xiang Shen contuvo el aliento y luego lo soltó. «Es la antigua casa de mi maestro».

Xin Yuan sabía qué clase de sitio era ese, no era la primera vez que lo veía. Ese tema no se solía tocar, el maestro de Xiang Shen perdió la vida de manera prematura. Siendo uno de los mejores cultivadores que se habían visto en mucho tiempo, y ahora, con el asunto del juego de los dioses, ¿cómo podrían saber si no fue uno de los votados o "favoritos"?

Antes, el padre de Xiang Shen ordenó que esa casa se mantuviera limpia, era un lugar para rezarle a las cenizas del maestro. El rey era amigo íntimo de esa persona, por supuesto que no dejaría que nadie ingresara, a no ser que fuera para mostrar sus respetos. Ahora, teniendo que entrar para resguardarse, Xiang Shen sintió un profundo pesar.

Zhi Chen y Fu XiaoBei entraron con los jóvenes en sus espaldas sin mayores problemas, la puerta no necesitó fuerza para ser abierta. Xiang Shen, antes de dar otro paso, inclinó su cabeza y juntó sus manos a la altura del pecho, con sumo respeto. Xin Yuan, aunque estaba siendo sostenido, también inclinó su cabeza, cerrando los ojos al mismo tiempo.

Finalmente, todos entraron. Las decoraciones y los objetos estaban cubiertos de polvo y telas de araña, hasta sorprendía el hecho de que ninguna bestia viviera allí.

—Bien, hagamos un fuego. Nosotros no podemos, por obvias razones, pero aquí hay material para conseguirlo.

—De acuerdo —añadió Xiang Shen—. Yo me...

Grulla Negra《Hēi Hè》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora