Era el año 2014, ya tenía 21 años para entonces, estaba en mi ultimo año de universidad. Era octubre, había un evento en el cual jóvenes de todas las iglesias hacían actividades evangelísticas durante una semana: como salir a las calles con carteles, barrer calles, y muchas cosas más. Yo estaba molesta y decepcionada por lo que había pasado con Nick, realmente me había enamorado de él. Así que terminé pensando en que si el amor es una decisión y si Nick se pudo enamorar de alguien en tan poco tiempo "supuestamente" (porque era obvio que andaba con ella mucho antes), entonces yo también podría.
Allí estaba él, Vicente. Aunque me habían advertido de él. Ya me daba igual todo. Nunca había conocido a alguien tan manipulador y mentiroso, pero pensé, al menos sé como es él. Me caía super mal, de hecho él molestaba a alguien más. Pero no quiero entrar en detalles sobre como terminé aceptándole. Pero si te contaré que pasó una semana de relación. Le terminé, porque estaba mal lo que hacía, solo me faltaban dos semanas para que yo cumpliese mi promesa de no tener una relación. No estaba bien espiritualmente, y me di cuenta de que no era correcto estar con él, aun pensando en Nick.
Pero pasaría algo que lo cambiaría todo. Tuvimos un problema en casa, al parecer mi papá había visto a mi hermano con un cigarrillo en la boca que parecía ser marihuana. Esa noche mi hermano no llegó a casa, pero mi mamá, mi hermano menor y yo tuvimos que soportarlo. No dejaba de gritar que lo iba a encerrar, que le iba a pegar en cuanto llegue, culpaba a mi mamá de que se descarriara. Cansada de sus gritos en la madrugada, yo estresada por todo lo que estaba pasando. Le pedí que por favor no gritara, que los vecinos escucharían. Que por favor dejara dormir. Él se enojó aún más y nos botó de la casa, de hecho no era la primera vez, siempre nos estaba botando.
Esta vez si me harté, y le dije: - Un día nos iremos, y se quedará solo. Y quedará con su casa, solo. Querrá abrazar a su casa y no podrá. Pero yo estaré bien, porque tendré a mi familia conmigo. Cosa que él no podrá tener. Porque haremos como usted quiere, nos iremos. Si es verdad lo que dice de mi hermano no le dejaremos solo, le apoyaremos, porque somos familia.- gritando y casi llorando.
Mi padre se levantó, tomó un machete y mientras yo estaba acostada empezó a golpearme sin parar en mi espalda y cabeza. Quería matarme. Mi hermanito presenció todo, y aún me duele no haberle podido evitar todo eso. Yo misma lo viví.
A un lado tenía a mi hermanito gritando y al otro a mi mamá tratando con todas sus fuerzas de detenerlo. Menos mal solo fueron planazos, porque si usaba el filo del machete, yo no estaría escribiendo esto.
Luego se fue contra mi madre, casi le corta la cabeza. Era la primera vez que mi mamá lo enfrentaba. Vi sus ojos, no era él. Era como si alguien más lo estuviera controlando. Me levanté y fue Dios, habló a mi corazón. Me acerqué a mi padre, de una manera muy calmada y le dije: -Papi, este no es usted. Lo reprendo en el nombre de Jesús-, mientras le quitaba muy lentamente el machete. Y dijo: -Si, si si, muy asustando al darse cuenta de lo que estuvo a punto de hacer.
Mi padre salió a tratar de calmarse afuera. Pero yo ya no confiaba en él, ya lo había pasado antes. Años y años de maltrato. Así que mi mamá y yo ya contábamos con un botón de pánico porque, te contaré:
Mi papá estaba siempre sobre mi, que si con quien hablaba. Con quien llegaba a casa, la hora. Que sí pasaba mucho en la iglesia y que no le atendía. Incluso escuchaba cuando orinada en el baño y decía que por como se escuchaba yo ya no era virgen. Cada vez que necesité dinero para la universidad, porque para este tiempo yo había ya renunciado a mi trabajo. Me decía que me vaya a prostituir si quería plata. Pero que él no me daría nada. Me hizo la vida imposible.
Harta de lo que me decía, en una ocasión: Le grité. Yo estaba cocinando, y vino a golpearme. Recuerdo que me tenía del cabello y me daba puños cerrados en mi cara y vientre. No me dolieron, estaba tan cansada que esta vez si me defendí. Le marqué toda la espalda con mis uñas, le mordí la mano para que me suelte el cabello. Realmente sus golpes no me dolieron, estaba llena de odio.
Trataba de perdonarlo, una y otra vez, pero siempre se esmeraba en hacer algo más terrible. En esa ocasión fue a hacerse la victima donde mi abuelita, y ella vino a reclamarme. A gritarme, que estupidez, fue la primera vez que me defendí y la mala era yo. Se veía mal que le hiciera eso a mi padre, pero él nos lo hizo años, muchos años. Solo me defendí de un abusador, ese monstruo no era mi padre. Un padre no le haría eso a su hija.
Mi mamá pensando que era cuestión de tiempo para que nos mate a golpes, puso una denuncia. Le dieron una boleta de auxilio y nos dieron un botón de pánico. Lo tenía en mi teléfono. Solo bastaba una llamada para que en minutos la policía estuviera en mi casa, o al menos eso nos hicieron creer.
Esa noche del atentado con el machete, llamé a la policía aprovechando el momento en que el estaba afuera tratando de calmarse. Tuve la valentía de hacerlo, porque estaba temblando en ese momento.
La policía tardo mucho y yo estaba muriendo de pánico, conociendo el modo en que operaba mi papá iba a volver a golpearme en cuanto se volviera a encender del coraje.
Al fin llegaron, yo solo me quedé en mi cuarto. Ellos solo fueron a llamarle la atención a mi padre. Pero él empezó a gritarnos frente a ellos, así que se lo llevaron esposado. Mi mamá los acompaño, mi papá estando allá se portó peor y decidieron llevarlo un mes a la cárcel. Si yo hubiese declarado, le darían mas tiempo.
Toda su familia se fue en mi contra, no sabes lo patético de la situación. Desde entonces decidí nunca más callar un abuso. Por eso no soporto a la gente así. No soporto la violencia, no soporto los gritos. No soporto los malos tratos. Ni las burlas, maquilladas con la intención de pasar un buen momento; pero lastiman, hieren.
Mi hermano Andrés regresó a casa, se enteró de todo y se sintió culpable. Negó lo de las drogas, siempre nos quedó la duda sobre eso.
Resolvió irse a trabajar a una finca, a las dos semanas regresó muy feliz con leche, queso, plátano. Mi mamá y yo habíamos conseguido dinero para que el siga estudiando a distancia, porque había dejado el colegio por trabajar.
Yo había regresado con Vicente. Y mi papá llevaba dos semanas en la cárcel cuando sucedió. Sábado 6 de diciembre del 2014, el mismo día mi sobrina cumplía un año. Ese día tenía reunión de jóvenes en la iglesia. Vicente me fue a ver a la casa, y ya cuando estábamos de salida Andrés vino corriendo hacia a mi, me dijo: - Potro salvaje soy yo, ñaña, ñaña. Me abrazó y con una sonrisa gigante y me dijo: -Dile a mi mami que voy a una fiesta, llegaré tarde. Para que no se preocupe- Este momento lo guardo como tesoro en mi corazón, y lo escribo para nunca olvidarlo. Porque serían las ultimas palabras que escuché de él, y su último abrazo.
Necesitaré fuerzas para contarte todo lo que sucedió ese día.
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Elizabeth
RandomÉsta es mi propia historia, tan real que te identificaras con ella. Nunca había abierto tanto mi corazón como lo hago aquí.