Después de una larga plática, como en los viejos tiempos. Al fin llegamos a casa, y tocó la tan no deseada despedida.
Nos abrazamos con un sentimiento de agonía, ojalá no tuviéramos que separarnos. Recuerdo el olor de su perfume. cuando me acerqué a su cuello, decidí quedarme un momento más de lo inusual y procedí a besar su mejilla, dispuesta a besarlo. Él me detuvo.
Pasó de ser un momento dulce, a uno amargo. Una cosa es que no le haya permitido nunca besarme, pero con un gesto de cariño me dijo que no. Si nos besábamos él iba a querer más. no podría detenerse. No me dejaría ir nunca. Y que por favor no le cause aquello.
No pasó nada, no ha pasado nada y no creo que pase.
Aunque me guste, y reconozco que así es. No es suficiente.
Tiene casi todo lo que busco de un hombre. Que yo le guste y me vea con devoción, que sea atento, que sepa escuchar, que sea culto, que tenga estabilidad económica.
Pero lo que le falta es lo más importante. Dios en su vida.
La situación le afectó demasiado, pensó que conmigo había encontrado a la persona que había esperado por mucho tiempo. Esa conexión especial. Y desearía que no tuviéramos impedimentos para tener una relación. Eso dice él.
Hace días él volvió, y con él mi desesperación.
- A ninguno de tu hijos yo le gusto, no hay nadie pretendiéndome. Ahora el objetivo de todos, son las adolescentes o las chicas de veinte. ¡¿Y donde quedo yo?!
- Él podría ser mi única esperanza.
- Recuerdas que te dije que quería que ese hombre especial se fijara en mi cuando esté gordita, que solo me vea a mi.
- Que pudiéramos hablar de todo sin parar, que no se canse de escucharme.
- Que sea alguien muy trabajador, que sea alguien que me impulse a mejorar en muchas áreas y me apoye.
- Enserio he tratado de encontrar a alguien más, nada más no encuentro a nadie. Y cada vez que parece que ya lo encontré, simplemente no es.
Estuve por horas tratando de persuadir a Dios para poder estar con él, o que lo convierta para mi.
Hasta que leí su palabra y me hizo entender como sería mi vida con alguien en yugo desigual. Fue fácil imaginar, tan solo recordé mi infancia. Mi papá nunca pudo entender razones espirituales, no pudo entender la necesidad de orar de mi madre. Siempre le impidió que se congregue, así que ella lo hacía a escondidas cuando tenía oportunidad.
Sé que no hablamos de la misma persona, sé que esta mal la comparación. De hecho ya una vez este chico se molestó por hacerla.
Pero me niego a estar con alguien que no tenga a Cristo en su vida. Sueño que con quien me case podamos servir al Señor. Anhelo que estudiemos y oremos juntos. Que podamos ser apoyo uno del otro. Que nuestros hijos sean criados bajo el mismo fundamento.
Y un CASI no es suficiente para mi, aunque muchas veces he deseado rendirme. Una vez más Dios me recuerda que su silencio y espera tiene una razón. Me falta madurar en esa área, me prepara en mi interior. Es necesario sanarme por completo.
Renunciar a Goyo es difícil, es muy duro en realidad. Porque significa que debo seguir esperando, y esperar se ha vuelto cansado, muy molesto.
No te imaginas la batalla en mi mente, como me siento insuficiente.
- Que hay de mal en mi, porqué no soy escogida.
Esta situación tiene una enseñanza más profunda de lo que parece, en cuanto la descubra claramente la plasmaré aquí.
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Elizabeth
RandomÉsta es mi propia historia, tan real que te identificaras con ella. Nunca había abierto tanto mi corazón como lo hago aquí.