37. Gratitud

11 2 0
                                    

En alguna ocasión leí que la forma de acabar con la ansiedad es agradeciendo.

Quisiera decir que ya no soy presa de tal mal, porque no es así. En ocasiones me visita, pero si ya no me dejo envolver en esa ola desesperante con facilidad.

Me recuerda un pasaje en Mateo 14:28-33

28. Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.
29. Y él dijo:  Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.
30. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!
31. Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
32. Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento.
33. Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.

Cuantas veces me he encontrado dando pasos de fe, y de un momento a otro fijándome en las circunstancias,  dudando del poder de Dios.

Algo que constantemente el Señor manda a su pueblo es repetir una y otra vez su palabra, de día y de noche meditaras en ella. Recordar lo que ya ha hecho, recordar quién es, parece ser una necesidad en nuestras vidas debido a que somos muy olvidadizos.

Cuando nos fijamos en las circunstancias solemos enfocarnos solamente en ellas y nuestra vista es nublada. No nos permite ver quien esta delante de nosotros.

Extendiendo su mano, una vez más nos anima a levantarnos. - Yo estoy aquí, yo te sostengo con mi mano derecha.

Hace poco mi fe estaba flaqueando y estuve a punto de echar a perder todo lo que había avanzado con el Señor.
Tan solo me hizo falta recordar, cuantas veces estuve lamentando mi pecado, donde mis huesos se estremecían. Donde el llanto y el lamento eran mis compañeros de amargas noches.

¿Cómo podría volver a fallarle a mi Padre?
- Perdóname,  hazme volver a tu camino. No quiero desviarme ni a izquierda ni a derecha, reconozco que he descuidado mi relación contigo.

Es mi oración constante.

Estoy agradecida por muchas cosas, muchas bendiciones que Dios me ha permitido disfrutar.

Pero algo de lo cual no tengo forma, no hallo las palabras para describir lo que siento al saber que no hay nada que me pueda separar del amor de Dios.

Es natural que esto sea una de las primeras mentiras que Satanás te dirá para que no aceptes ese amor: - Eres muy pecador, jamas vas a cambiar, Dios no te acepta así, tienes que ser perfecto para que logres ser amado.

En primer lugar, él nos amó primero. Él dió el primer paso y siempre lo ha hecho.

Él es quien me buscó en primer lugar, tocó varias veces la puerta de mi corazón. Pero yo misma no estaba segura de dejarle entrar.

Pero ahora que habita en mi. No me dejo engañar por la mentira de que debo hacer cosas para mantener su amor por mi. No es así.

Su amor es incondicional. Él no nos dice, te amo pero si tal y tal cosa.

Él nos ama porque esa es su naturaleza, es su decisión.

Ahora de que forma puedo corresponder a su amor, con agradecimiento.

Una persona que vive agradecida, busca expresar tal agradecimiento. Es aquí donde surge la oración, adoración, alabanza.

Busca pasar más tiempo a su lado,  trata de vivir agradandole. Ama las cosas que él ama. Se involucra en sus asuntos.

Servimos, vamos al templo, ofrendamos, diezmamos, compartimos el evangelio, obedecemos sus mandatos, nos rendimos ante él. Porque estamos agradecidos.

Comienza a agradecer y a concentrarte en las cosas que el Creador te ha dado. Búscalo primero, y lo demás (todo lo demás) será añadido, siempre y cuando ser necesario en nuestra vida.

Me ha costado mucho aceptar y vivir esta verdad, debo confesar.

Pero ahora que puedo verlo con claridad, quiero plasmarlo en este capitulo. Me servirá cuando vuelva a leerlo. He de decirles que disfruto mucho leyendo mi propia historia. Porque una vez más recuerdo todo lo que he pasado para llegar a este punto, y todo lo que ha sanado, y como aun mis errores ha usado para ayudar a alguien más.

Y mencionando esto último, me gustaría contarte en el siguiente capítulo como Dios me ha permitido ver su obra, y haciéndome participe con mis propias experiencias pasadas.

Para finalizar,  anhelo pedirte que trates de enfocar tus oraciones agradeciendo al Señor, antes que pedir.

Agradezco al Señor por tu vida querido lector, espero puedas dejar toda ansiedad a un lado y puedas ver que delante de ti se encuentra él ser más poderoso que pueda existir, extendiendo su mano hacia ti, para empezar una nueva aventura de transformación. Espero que puedas extender también tu mano y aceptes su ayuda. No te arrepentirás jamás.

 No te arrepentirás jamás

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora