Cuando sufrimos una herida física, un efecto inmediato es buscar algo que nos ayude a calmar el dolor. Hay ungüentos que brindan alivio inmediato, y otros que su efecto es mas tardado y hasta suele causar más dolor al inicio.
Sabemos que nuestro cuerpo hará lo suyo, tarde o temprano se sanará, según el cuidado que le demos.
Pero que pasa con las heridas del alma, las heridas profundas en el corazón. Alguien sabe cuanto tiempo tarda, o que medidas y cuidados se deben tener.
En mi experiencia sé, que hay heridas que tardan mas tiempo que otras. Pero que si necesitamos poner de nuestra parte para acelerar ese proceso.
Yo he tenido la dicha de conocer personas ungüento, son aquellas que con sus palabras, compañía y hasta reprensión ha podido traer alivio, calma en el momento que más he necesitado.
Estoy sumamente agradecida por aquello. Muchas veces estas personas ni se dan cuenta de lo que causan en mi. Es por eso que le quiero dedicar estas cuentas palabras.
Una de ellas es mi mamá. Muchas veces de niña, tenía pesadillas. Recuerdo que cuando sucedía esto, ella acariciaba mi frente, con tal suavidad que podía tranquilizarme y volver a conciliar el sueño. Muchas veces ella me ha acompañado en situaciones que me han dado pánico, y verla me ha animado a ser valiente.
Cuando he estado desanimada, una de las frases que siempre me dice es: "Ely, tu siempre que te propones algo, lo logras" o "Usted es mi querubín, mi regocijo."
Mi mamá ha sido quien con su sola presencia me he sentido aliviada. Es quien más cree en mi.
Recuerdo también cuando me tocó sustentar mi tesis, en esa época yo trabajaba 12 horas diarias. Entonces si tenía un plan, debía planificar muy bien todo. Lo que hice aquel día es llevar la ropa con la que me iba a graduar al trabajo, pues solo me darían permiso el tiempo que me tomaría sustentar, y debía regresar.
Me cambié en la iglesia, me maquilló la pastora y el pastor me llevó a la universidad. Además me prestó un apuntador, el mismo que usaba en sus predicas. En el camino me iba dando palabras de ánimo.
Ese pequeño gran gesto, pudo parecer insignificante a los ojos de cualquiera. Pero para mi, que me brinden ayuda. Que me hagan la vida más sencilla. No sabes cuánto lo valoro y atesoro.
Este evento ya lo he contado, pero cuando vi a mi amiga de universidad parada con un arreglo floral cuando falleció mi hermano. Pudo haber estado sin nada en sus manos, pero el hecho de estar. Lo fue todo. No tuvo que pronunciar una sola palabra. Su presencia fue un gesto que me conmovió, y me hizo sentir acompañada.
Armando fue una persona ungüento por muchos años. Ya mencioné que de él fue la idea de que pusiera el nombre de mi hermano en la dedicatoria de mi tesis. La historia de mi tesis, es una que contaré en el siguiente capítulo. pero también quiero mencionar a mi última tutora, quién me aceptó sin más. Quien estuvo escribiéndome todo el tiempo, detrás de mi. Al punto de recibirme en su casa y verme trabajar.
Juan, es alguien que constantemente me está diciendo que Dios hará grandes cosas conmigo. Que tengo potencial, que me anime.
Y la persona que me inspiró para pensar en personas ungüentos, es Liss. Ella es alguien que inspira calma. Aún cuando te reprende, lo hace con tal dulzura, que sabes que lo hace desde el cariño. Es de quien piensas, cuan afortunada son aquellos que viven a su alrededor. Porque es noble, y siempre busca la manera de ayudar sin hacer alarde de aquello. Ha tenido tantos detalles conmigo, que no se cual de todos mencionar.
Desde escucharme por audios o en persona. Recibirme en su casa, salir a comer por ahí. Darme consejos sabios. Animarme. Y Darme detalles cargados de mucho cariño.
Y hay más en la lista. Todos aquellos que una vez me abrazaron, dieron palabras de ánimo, que al verme envuelta en problemas, no me dejaron un lado, sino que con amor me corrigieron. De quienes he visto un deseo genuino por mi bienestar. Quienes me han hecho saber que oran por mi, que piensan en mi para un detalle. Que ven más en mi de lo que yo veo. Quienes han puesto su confianza en mi. Quienes han sabido darme cariño desinteresado. Aún de lo poco han compartido. Me han abierto las puertas de su casa. Que cuando he solicitado ayuda, se han desacomodado por mi.
Estas personas, tienen un lugar especial en mi vida. Hay una gran habitación en mi corazón donde conservo cada gesto. Estoy sumamente agradecida, estoy segura que fueron usadas por mi Padre celestial para mostrarme su amor. Ese amor que envuelve, que te hace sentir seguro, y aquel que te da fuerzas para continuar. De lo contrario no estaría aquí.
Te animo querido lector, que por un momento que identifiques a estas personas y recuerdes cuan afortunado eres. El mundo está lleno de maldad, pero aun siguen existiendo personas que actúan como ungüento para el alma herida y confundida.
Seamos ungüento.
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Elizabeth
RandomÉsta es mi propia historia, tan real que te identificaras con ella. Nunca había abierto tanto mi corazón como lo hago aquí.