45. Expectativas

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En estos días he notado que muchas de mi decepciones se deben a mis altas expectativas sobre todas las cosas. Cuando una idea pasa por mi cabeza enseguida pongo a trabajar mi imaginación. Es algo que he procurado evitar. "No esperes nada, déjate sorprender"

Siempre he sido muy soñadora y romántica, quizás se deba a la influencia del cine, telenovelas, y libros que he leído.  

Tengo vagos recuerdos que desde muy pequeña andaba enamorada de chicos de buen aspecto. Y solo con verlo me podía imaginar como era su interior. A lo que sabemos que es una ilusión. No es real. Pero así he sido yo. Ahora le podría llamar prejuicio.

Te contaré unas cuantas historias...

En el colegio había un chico muy simpático a mi parecer, recuerden que la belleza es subjetiva

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En el colegio había un chico muy simpático a mi parecer, recuerden que la belleza es subjetiva. Solo sabía su nombre y donde vivía. Esto es gracioso, pero trataba de pasar seguido por su casa o su paralelo, solo para verlo. Y todo sucedía en mi cabeza, pensaba mucho en él, imaginaba escenarios en el que manteníamos una conversación. Hasta que lograba conocerlo y pues podía ver la realidad. Era alguien bastante inmaduro y despreocupado en los estudios. Terminaba decepcionada, pero ven que es por hacerme ideas nada más. 

Y así me pasó muchas veces más, con chicos que una vez tenía mayor contacto, descubría que no era lo que parecía. Todo lo creé yo, en mi cabecita loca.

En otra ocasión, cuando empecé nuevamente a asistir a la iglesia, en las reuniones juveniles me volvía a encontrar con el hermano de una compañera de la universidad que se me hacía interesante.

Ya habíamos sostenido varias conversaciones virtuales en el pasado, incluso cuando ambos teníamos una relación, aún así reconocíamos que había atracción. Como todas nuestras interacciones fueron virtuales, cuando podía verlo en persona, yo no me animaba a hablarle con la misma confianza. Pero con el tiempo se fue dando. Como era de costumbre quedarnos conversando en el parque después de las reuniones juveniles, resolvimos compartir un taxi para el regreso a casa. 

Ese viaje fue muy especial, recuerdo percibirnos muy nerviosos porque era la primera vez que estábamos a solas, ignorando al conductor claramente. 

Valientemente ambos tratamos de tocar nuestras manos, mientras cruzábamos la mirada un par de veces de manera fugaz. Cuando por fin lo hicimos, fuimos acercando nuestros rostros con la intención de besarnos. Él se detuvo. Yo no lo sabía en ese momento, lo supe después. Aunque el moría por besarme, no lo hizo porque ya se había besado con alguien más, y quería hacerse responsable de ese acto. Días después se hicieron novios y están casados al día de hoy. No ser la protagonista de esa historia, me dolió. Y no porque estuviese enamorada, sino por le rechazo. No fui yo a quien eligió. 

Pronto llamaría la atención de alguien más en la universidad

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Pronto llamaría la atención de alguien más en la universidad. En la época en la que solía caminar a diario, pasaba por la casa de este sujeto. Fueron tantas las veces que crucé por allí, que me escribió e invitó a tomar un batido. Acepté.

Fueron varias semanas que yo iba a caminar y terminaba yendo a su casa a conversar. Entre tantas conversaciones, hablamos sobre el hecho de tener diferentes creencias, pues él era católico. 

Aún así sabiendo que no era duradero, involucré mis sentimientos. Salíamos, nos besábamos, me llevaba a casa. Hasta que regresamos a clases y pues se hizo de novio con alguien más. Yo había creído que él haría el intento de ir a la misma iglesia que yo, y que las cosas se darían. Pero no, una vez más tuve demasiadas expectativas.

Yo he sido aquella chica que se ilusiona rápido, que sueña despierta, y tiene muchas expectativas. 

La que fantasea con grandes gestos de caballerosidad y cortejo.

Cuando mi corazón fue lastimado, cada que me interesaba alguien, lo que procedía a hacer era investigar al individuo para encontrar algo malo que logre decepcionarme. Porque tengo miedo al rechazo. Prefiero ser yo la que se retira del juego. Es un acto bastante cobarde, debo reconocer.

Darme cuenta de aquello ha sido muy doloroso. Muchas veces he querido dejar de escribirte, pensado en renunciar a la idea de una vez y por todas. Hacer morir a mi parte que anhela el amor. 

"Para el que cree, todo le es posible." Pasa por mi  todo el tiempo, entonces concluyo que me quiero enamorar, pero esta vez no de una fantasía, sin tantas falsas expectativas. De alguien real, que se muestre tal cual, con quien pueda ser yo, sin miedo. Con quien pueda mostrarme vulnerable, y poder dar lo mismo. 

No sobre pienses, no saques conclusiones. Acepta lo que tienes delante, si querer dar mayores explicaciones. Un si es un si y un no es un no. Y lo que no se ha dicho, no ha pasado.

El verdadero amor también se da lento, sin esperarlo. Con pequeños actos que muestren interés. Con estar y preocuparse por el otro. Con reconocer el bien que produce esa persona en tu vida, lo que te motiva e influencia para bien. 

Y aquí surge la diferencia de la Elizabeth del pasado. Mi actual, no desea ser enamoradiza con nada. No quiere estar detrás de alguien que no da muestras de interés, pero está expectante a una pizca de él. Pero también anhela no ser demasiado fría para no darse cuenta cuando el amor toque su puerta.

No creas que me la paso pensando en esto todo el tiempo, muchas veces se me olvida. 

¿Cómo lo hace el resto del mundo? como se lanzan tan fácilmente  a abrir su corazón por completo, sin pensar en las consecuencias. Abandonando la razón. 

Ojalá pueda encontrar un punto intermedio entre mi yo enamoradiza y mi yo racional. 

Porque lo que me he dado cuenta es que he sido egoísta, he solo imaginado escenas que me hagan sentir a mi especial. 

Es hora de pensar en formas de cuidar tu corazón desde ahora que no te conozco. Me pregunto que cosas, que gestos te harán sentir especial.
Que puedo hacer que mueva tu corazón y haga sonreír.
Muero de ganas por hacerlo.

Muero de ganas por hacerlo

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ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora