Todo empezó con un campamento al que no sabía si iba a ir; no tenia dinero, asistiría Aaron con quien había tenido una discusión y pensaba que sería incomodo. Pero al final Dios movió todo para que fuese.
Pero más que eso, ir al campamento en modo campista representaba un reto para mi. Era remover mi pasado, el cual al parecer habían cosas sin resolver.
Si has leído con atención mi historia, sabrás que en mi primer campamento cristiano conocí a Nick (hablo sobre él en el capítulo 13), él realmente causó una herida profunda en mi. Había sido la causa de mi inseguridad, de mi recelo con respecto a los chicos cristianos, y todo el ambiente amoroso alrededor de los campamentos.
Ya estando en el lugar me dispuse a disfrutarlo todo. Ya no era la misma chica ingenua de 20 años. Habían transcurrido 11 años, tenía que avanzar.
Debo confesar que me llegué a sentir incomoda al compartir cabaña con mas chicas. Hay una cosa muy rara entre las mujeres. Creo que nunca se muestran tal cual son. Eso siempre me ha molestado y es raro que lo diga porque también soy mujer. Quise marcar al diferencia y ser genuina.
Fui con todo el animo de recibir respuestas de parte de Dios, quería paz. Quería resolver cualquier cosa que había quedado inconclusa en mi pasado. Y hacer las pases con ese lugar tan hermoso.
Sucedió una mañana cuando regresaba a mi cabaña, cuando noté su existencia. Era alto, piel morena y tenía una gran sonrisa. Estaba hablando con una chica en el columpio del gran árbol, supuse que era su novia. Nuestras miradas a penas se cruzaron, hubo algo que hizo que llame mi atención. Pronto recordé mi objetivo así que continué con mi camino. Le llamaré Jaciel.
Se llegó la noche de la cena, fue en la playa. Me alisté desde temprano y ayudé a otras chicas a alistarse también. Pasé un tiempo muy especial con Melissa fuera de la cabaña mientras nos maquillábamos.
Ya en la cena me senté con Melisa y su novio Kevin. Ya le conocía a desde hace ya 11 años, en ese mismo lugar pero nunca entablamos una amistad.
Cuando llegó el tiempo de testimonios, Aaron empezó a hablar, y todo lo que dijo me pareció muy falso de su parte. Melissa notó mi descontento y fuimos a hablar donde nadie pudiese escucharnos.
Esa charla terminó en lagrimas. Ella era una de las chicas que Nick había herido al igual que a mi. La lastimó mucho, y como todo narcisista, le culpó a ella de que las cosas no funcionaran. Yo hasta entonces tenia mucha vergüenza contarlo, pero a ver que no había sido la única me animé a hacerlo. Esa noche al fin pude soltar la culpa que él me había impuesto. Al fin pude conocer la verdad.
Él siempre buscaba personas lastimadas, con autoestima baja, menores a él. Hacía que todo se trate de él, juzgaba duramente a otros y hacía ver que siempre tenía la razón.
Pude tener una conversación profunda y sincera con ella, le disculpas porque había tenido un mal concepto sobre ella. Las juzgue sin conocerla.
A partir de esa día le guardo un cariño especial, me consoló esa noche. A pensar de que también le dolía mi confesión. Ambas nos sentimos muy tontas por creerle a este hombre y permitir que nos hiriera tan profundamente que aun habían secuelas.
Ella tiene una relación sana y es muy feliz, a pensar de que se le juzgue por la diferencia de edad. Ella es mayor. Pero se complementan, es su persona.
Esa noche contemplé el mar, y me perdoné a mi misma. Perdoné esa playa y ese campamento. Levanté mi cabeza y me dije a mi misma. Merezco un amor bonito y lo tendré.
Dentro de la cabaña que me pude palpar que muchas cosas del pasado no habían cambiado. Una conversación recurrente era sobre chicos. Hablaban sobre quien estaba disponible o no. Quienes eran buenos partidos. Participé en la conversación solo cuando me preguntaron sobre Juan, ya he conversado acerca de él. La situación es que pensaban que mi amistad con él, era más que eso. Que había un interés de parte de ambos, lo cual respondí con la verdad.
- Considero que es un buen hombre, tiene muchos atributos y cualquier chica estaría encantada con él. Pero no es mi caso. Si lo consideré en alguna ocasión, pero simplemente las cosas no se dieron. No nació nada más que una amistad.
Debo confesar que no era la primera vez que me lo decían, pero bueno. Como estaba segura de lo que sentía, no tenia problemas en hablar con naturalidad sobre el tema.
No recuerdo el orden de los hechos, pero es importante mencionar que en una de las charlas en la capilla, una hermana habló sobre las misiones. Las palabras que usó hizo que sintiera un gran pensar que terminaron en lagrimas. Venían a mi pensamientos como: - No puedo dejar a mi madre sola, no hay manera que pueda hacerlo. Yo mantengo la casa.
Si ese era un llamado del Señor, me estaba resistiendo con todo mi ser. Tener que irme de casa, dejar mi trabajo, vivir por fe, era algo con lo que no podía lidiar. Solo pensar en la idea me hacía llorar y mucho.
Más tarde pude hablar con Juan sobre eso, y me dijo algo que me trajo paz. -Si está en los planes de Dios que te vayas a otro lugar, él mismo pondrá los medios, y no necesariamente debes abandonar a tu mamá.
Ese día supe que había una posibilidad de que haga mi vida en otro lugar. Y no debía temer.
Y que si tuviera que vivir por fe, Dios no iba a dejar desamparada a mi familia.
Me disfruté cada instante, él ultimo día hice mi devocional contemplando la naturaleza. Fue un momento único con El Señor, y me regaló una palabra que se encuentra en Salmos 43:5
¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.
Aprenderé a esperar, no quiero desesperarme por el futuro, ni preocuparme por lo que aún no ha pasado. Estaré segura en Él...
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Elizabeth
RandomÉsta es mi propia historia, tan real que te identificaras con ella. Nunca había abierto tanto mi corazón como lo hago aquí.