6. Desilusión

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Yo no sabría decirte quién fue mi primer amor, pero si quien fue mi primera desilusión.

Él, era Carlos. Nos conocimos por casualidad, teníamos amigos en común. Un aula vieja y vacía, servía de punto de encuentro para largas conversaciones en el tiempo del receso. Él y su amigo eran de quinto curso, mi grupo de tercero. Siempre creí que éramos muy maduras para nuestra edad, así que nos juntábamos con chicos mas grandes.

Mi amiga, Vicky. Era bastante popular, era quien iniciaba las pláticas. Yo solo escuchaba. En todo ese tiempo, mis interacciones con Carlos fueron pocas, por no decir nulas.
Yo sabía que él estaba interesado en una de mis amigas, de hecho no me llamó la atención cuando le conocí.
Pero caí en la maldición de: "Escuché hablar mucho de él y lo terminé viendo con otros ojos", en mi defensa, tenía que escuchar a Vicky hablar de él todo el tiempo.
Que su pelo, sus músculos, su sonrisa. Bla, bla, bla...
Poco a poco fue invadiendo mi cabeza y posteriormente mi corazón.

- ¡Rayos! ¿Por qué mi corazón late tan fuerte cuando lo veo?. ¡No! Él no me puede gustar, mi amiga no me va a perdonar.- Me repetí una y otra vez. Tratando de convencerme.

Pase todo un año tratando de ocultar mis sentimientos, y guardando este gran secreto. Pese a mi arduo esfuerzo al fin todo salió a la luz.

En un arranque de sinceridad, se lo mencioné a un amigo. Aunque él ya sospechaba. En el fondo yo sabía que Vicky también.
Finalmente, mi tan guardado secreto llegó a oídos de Carlos.

Era el fin del año lectivo. Yo prácticamente estaba de vacaciones. No recuerdo cómo fue el contacto, pero concretamos una cita. Recuerdo muy bien que antes le conté a Vicky, en el fondo buscaba su permiso y ella reaccionó de una manera madura, al menos así quería creerlo... Tiempo después supe que rompí su corazón. ¿Cómo lo sé?, Pues el siguiente año ella se trasladó a otra institución. Nunca me reprochó nada, pero yo cargue con la culpa bastante tiempo.

Volvamos al momento de la cita, estaba muy nerviosa. Parecía un sueño, mi corazón se salía de la emoción. No recuerdo que razón inventé para ir al colegio, pero fui.
El encuentro sería en mi curso.

- Hola Elizabeth - mientras me daba un beso en la mejilla.
Torpemente respondí: - Hola Carlos ¿Querías hablar conmigo?
- Bueno, sí. Me comentaron que yo a usted le gusto. Y quería saber, sí. - tomó una pausa, mientras su cuerpo se acercaba hacia mi.

- Si quiere ser mi novia.- Susurró cerca de mis labios y sin que yo pudiera responder, me besó.
Cómo si aquel beso fuese mi respuesta, me deje llevar por el momento que había imaginado por meses, sentí que estaba sobre las nubes.

Pero una frase mencionada por Carlos entre besos, debió ser una alerta para mi. - Prometo - que - también - me voy a enamorar de usted-
Decidí ignorar el hecho de que él no sentía nada por mi, pero estaba dispuesto a trabajar en aquello y eso se convirtió en mi consuelo. Y solo disfruté de sus besos. Su perfume era único.

Al siguiente día surgió un viaje, así que no pasé mis vacaciones en casa. El amorío de la chica de catorce años y el chico de dieciocho que apenas iniciaba, se convirtió en una relación a distancia. Este hecho hizo que despertara un monstruo dentro de mi, llamado "inseguridad".

Comencé a pasar más tiempo frente al espejo, y a desear ser más delgada. Ahora parecía un requisito para que Carlos no me cambie por una chica más bonita que yo.

Aquí inició mi problema con la comida. Estaba de vacaciones en casa de una prima, lejos de mi hogar donde mi mamá no podría estar atenta a mi comportamiento. Pasé semanas probando solo un par de bocados al día. Al final logré mi objetivo, ¡ser más delgada!

Regresamos a clases, y tuve mi gran encuentro con mi chico deseado. Estaba más guapo, se había ejercitado más. Olía delicioso. Me tenía embobada.
Pude ver su alegría al verme, y yo también estaba muy feliz. Habíamos superado la distancia, estuvimos tres meses separados. Pero nuestra relación sin la distancia duraría menos que eso.

No hablábamos, nuestros encuentros solo eran para besarnos. Ya podía notar que poco a poco perdía el interés en mi. Y mis celos comenzaron a surgir.

Un viernes al salir de clases, sucedió lo inesperado. Me pidió que hablemos después de tener una pelea y su discurso fue el siguiente:
- Elizabeth, quiero terminar porque usted es muy celosa.
Al escucharlo, quedé en shock. Me fui sin pronunciar una sola palabra. Puedo asegurar que escuché a mi corazón romperse en mil pedazos.

Ese día llegué a casa y no pude llorar. Hirió mi ego, como es posible que me deje. Yo debí terminar con él. - No él conmigo - pronunciaba rechinando los dientes. Ese mismo día me sentí derrotada, dejé las dietas. Dejé de sumir el vientre todo el tiempo. Y comencé a comer de más. - Al fin y al cabo, ser flaca no es garantía de que no te dejen- concluí.

El lunes siguiente ya se estaba besando con otra chica. No era más fácil decirme que quería estar con alguien más, en vez de hacerme ver cómo el problema.

Tener que verlo fue tan humillante, no lo soportaba. Trataba de evitarlo, cuando tenía la mala fortuna de cruzármelo. Luchaba por lucir muy feliz.

Tuvo varias novias durante ese año lectivo. Cómo dato adicional, a él también le pusieron los cachos.

Esto me marcó por completo, era muy difícil para mí confiar. Aún así deseaba que él me volviera a buscar. Me llegó el Karma, y lo sabía muy bien.

Luego de eso comencé a actuar como si no tuviese corazón, decidí que no permitiría que me pase lo mismo. Así que tomé precauciones, ya nadie jugaría con mis sentimientos. Porque yo empezaría a jugar con ellos...

 Porque yo empezaría a jugar con ellos

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ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora