31. Asfixia

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No comprendo porque me sucede esto, sé que tengo todo para estar bien. Pero me duele el pecho y no puedo respirar. De repente grito, lo hago inconscientemente. Asusto a los que me escuchan. Puede ser una reacción para liberar la tensión interna.
Pensé que mis cambios de humor se debían a que mis hormonas estaban mal. Pero el examen dice que estoy bien.

Entonces ¿Qué me sucede?
¿Porqué quiero estar sola?, ¿Por qué no deseo hablar?
Huyo constantemente de cualquiera que me pregunte: ¿Cómo estás?
Como podría ser capaz de decir que estoy bien. Como podría decir una mentira tan grande.

Y si dijera que estoy mal, saldría el que me juzgue por no orar lo suficiente o no confiar en Dios como debería.
Acaso no sé que él es la respuesta. ¡Soy consciente de aquello!
Entonces,  ¿qué me sucede?
Me molesta ver a quien está bien, si sonríe me irrita. Quien ve la vida de manera relajada. Porque yo no puedo.
No quiero fingir que no me molesta. Porque yo tengo este dolor en el pecho, que no me deja respirar. 

Esto mismo me hace querer correr a encerrarme en el baño, mirarme al espejo y soltar unas cuantas lágrimas.
Todos están viviendo, están avanzando. Están logrando lo que siempre han querido. Y yo me siento miserable.

Por qué que Dios no me da lo que quiero, sé que no lo merezco. Sé que elegí el camino difícil. ¿Qué busca de mi?
Merezco esta angustia,  merezco todo esto. Decidí vivir a mi manera, y a la verdad es que yo no supe hacerlo bien.
Ni siquiera puedo quejarme, es como si me hubieses robado ese derecho.
Y que si no estoy bien, a quien le importa. Cada quien está ocupado tratando de componer sus partes rotas.

ESTÁ BIEN NO ESTAR BIEN

lo digo mientras mi interior grita desconsoladamente por ayuda.

Me pregunto si mi padre pasaba por lo mismo.

Cuando tengo estos episodios solo trato de alejarme, me siento radioactiva.
Quizás mi padre también sentía lo mismo, solo que el no se contenía en absoluto. Simplemente vaciaba su ira, y enojo en quien estuviese cerca.

Estaba una niña buscando mi atención, la ignoré un tiempo. Estaba ocupada, estresada y no quería fingir bondad. Así pasé un día o dos.
Pasado esos días, un vez mas entusiasmada se me acercó diciendo: ¿de la escala del 1 al 10 que tan ocupada estas? Respondí que mucho.
Luego de un par de horas la observé, estaba en su tablet jugando, se la veía triste.
¿Por qué le agrado? me pregunté.  ¿Qué es lo que ve en mí?

Decidí romper el muro que había construido. Y le dije: tengo 30 minutos de descanso. Hablemos.
Ya no estaba entusiasmada. Le dio igual mi respuesta.  Parece que se cansó de esperar.

Le ofrecí una bebida y la aceptó. Tuvimos un pequeño espacio. Me liberé por un momento.  Me vi reflejada en ella. Ambas solemos sentirnos muy solas.

Así que por ese momento nos teníamos la una a la otra.
Yo fui esa niña buscando un poco de atención.  Y quizás una parte de mi la sigue buscando.

Quisiera terminar este capitulo diciendo que estoy bien. Pero no.
Pero quiero reconocer que esta niña, por un momento me hizo ver lo mal que estaba actuando. TODO VA A ESTAR BIEN. Creo que por eso el Señor quiere se seamos como niños, ellos lo ven todo de una manera menos complicada, más simple. Los adultos no.

En conclusión,  sólo te diré que no estoy bien y no sé  a ciencia cierta lo que me pasa. Si es emocional o físico.  Pero si sé qué no estoy sola, hay personas a mi alrededor que me aprecian. Que aunque no se las razones. Su cariño está.
Entonces, solo debo rendirme y dejarme querer.

Filipenses 4:6-7 NVI

6. No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.
7. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.

Y reconozco que de alguna manera me envía su ayuda, aunque corra en dirección opuesta. Él está. Confío en qué pronto tendré paz.

 Confío en qué pronto tendré paz

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ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora