17. Rebelión

25 4 0
                                        

Yo quería salir de casa, era mi mayor sueño. Quizás muchos jóvenes deseaban formar una familia y ganar mucho dinero. Mi sueño de vida solo consistía en salir de casa fuera del yugo de mi padre.

Pero a qué precio, sabes lo doloroso que es haber planeado tantas cosas para tu familia. Haberlos imaginado felices. Pero me faltaba uno. Ya nada sería igual. Perdí el enfoque de todo.

La prima de Vicente, quién ya conocía a mi mamá desde hace muchos años y le guardaba mucho aprecio. Además compartíamos la desdicha de perder a un hermano. Nos ofreció un pequeño departamento que se encontraba junto a su casa.

Cuando mi papá salió de la cárcel fue a gritarnos, pero está vez ya teníamos quien nos defendiera. En ese lugar nos sentimos protegidos.

Personas que habían dicho que estarían con nosotros, ya no estaban.
Quienes nos dijeron que les llamemos en caso de necesitar algo, se esfumaron.

Traté de ver el propósito de Dios en todo esto, pero poco a poco mi corazón se oscureció.

En clases no podía controlar las lágrimas, y nadie se me acercaba. No sabían cómo lidiar conmigo. Ya faltaban los últimos exámenes y proyectos, ya no tenía ánimos para nada. Tanto que ya no presenté algunos deberes. Con pasar ya me era suficiente. No sé cómo terminé, la verdad.

Fue un problema el tema del SOAT, no me quiero adentrar a eso pero a mi tío solo le interesaba ese dinero. Cinco mil dólares, hicieron que falsificaran cosas. En fin.

Yo no tenía trabajo, así que dependía económicamente de Vicente. Empecé a dormir más y a comer demasiado. No salía de casa, caí en una depresión terrible.

Cuando volví a la iglesia regaron el rumor de que estaba embarazada. Hermanos imprudentes me decían que estaba muy gorda, que les gustaba más antes.
Los empecé a odiar a todos, a todo aquel que sonriera. Lo odiaba. Porque seguían con sus vidas como si nada.

Comencé a pensar mucho en la muerte, y anhelar poder contactarme con mi hermano.

Tanto fue así que podía sentir presencias malignas a mi lado, y era de esperarse. Mi alma se envenenó de odio. Abrí puertas al enemigo, seguramente demonios.

Hasta que pude expresarme de la manera más terrible:
(esto pensaba en ese entonces)

Dios, estás contento. Me quitaste a mi hermano, acaso no fue suficiente ya. He aguantado todo este tiempo a mi padre, cuando llegué a ti me propuse perdonarlo y el más mal se portaba. Que quieres de mi. Me estás cobrando todo lo que pequé antes. Si es así, voy a lastimarte más. Voy a pecar más, igual ya me lo cobraste con mi hermano. Quiero que te duela verme destruirme. Ya no quiero nada de ti. Sabes cómo me duele, sabes acaso lo que me hiciste. Mi madre ya perdió a sus padres desde muy niña, aguantó a su esposo y toda esta gente que solo le hace daño. Y no haces nada al respecto y ahora le quitas a su hijo. Cuántas veces oré para que mi padre cambiara. Me abandonaste. No me amas. No quiero saber nada de ti. Dónde está tu iglesia ahora, tus disque hijos. Dónde. No que aman a todos. Solo saben chismear, solo les importan ellos mismos. Los odio a todos.

Volví al lodo de dónde Dios ya me había sacado. Estaba dispuesta a casarme con Vicente, para tener quien me defienda. Y solo teníamos dos meses de relación.

Después de eso, tuve relaciones con él, varias veces. Que más daba. Igual, ya pensaban lo peor de mi. Quería anestesiar mi alma para no sentir.

Mi padre había dicho a todo el mundo que la razón por la que me pegó fue porque me encontró en la cama con él. Le creyeron. Mi reputación estaba por los suelos.
En la iglesia, también. Creían que ya se había fornicado y que ya vivía con él. Ni me preguntaban, solo lo aseguraban.

A mí madre le avergonzaba y no creía que merecía o debería estar con alguien. Me hacía entender que Vicente me estaba haciendo un favor al estar conmigo. (No sé si era realmente así, o mi dolor me hacía verlo así).

Así que, si nadie esperaba nada de mi, para que preocuparme.

A pesar de todo, no me desligué completamente de la iglesia. Si asistía a las reuniones de vez en cuando, para ir a dejar mi diezmo. Porque extrañamente, no podía dejar ese compromiso.

Tenía una doble vida, escuchaba todos los sermones. Enserio creía que me caían como anillo al dedo. Pero en vez de cambiar, me ofendían. Estaba sentada en esas bancas, haciendo las cosas que hacía. Me daban remordimiento por un momento, pero no cambiaba.

Vicente me fue infiel varias veces, de la manera más tonta era descubierto y al final le perdonaba.

Y él era tan manipulador que para que yo le perdonara una de sus tantas infidelidades, me propuso matrimonio. Hizo todo un show, su familia estaba involucrada. Así que fui presionada a aceptar.
Dime ¿qué hacía?, estaba dependiendo de él y su familia. Ni mi propia familia me apoyaba de esa manera.

En mi cabeza, no sé que estaba pensando.
Y es que la explicación está en que había adquirido una dependencia emocional hacia él, no hacía nada sin decirle antes.
Sentía que no podía dejarlo tampoco porque vivía en una casa que su familia nos permitió estar y sin pagar arriendo. Además de eso, su prima me consiguió trabajo. No en una ocasión, sino en dos.

Mi autoestima estaba por los suelos, había subido mucho de peso y pensaba que Vicente era un buen hombre, porque no se dejaba llevar por el físico. Me estaba haciendo un favor al no dejarme.

Sin darme cuenta de que se aprovechaba de mi, cuando ya ganaba mi propio dinero, muchas veces me robó con mentiras.
Era el mayor mentiroso que había conocido, toda su vida era una mentira. Y las fui descubriendo una a una.

Las advertencias que me habían dado sobre él eran cortas comparadas con la realidad.
Pero me lo merecía, yo lo elegí.

Nos merecemos el uno al otro. Pensé

Asistí a un retiro, y salí igual. De hecho yo buscaba que mi hermano me hablara.

Mi vida era mucho peor que antes.

Sentía que no tenía salida, quería morirme. Estaba en total rebeldía. Pero nunca nos faltó nada, entonces me enojaba más. Porque aunque yo me portaba muy mal, Dios nos seguía bendiciendo. Con trabajo, con personas buenas a nuestro alrededor.

Terminé mi relación con Vicente en junio del 2016. Un poco después del terremoto del 16A. Salí de casa de sus tíos, arrendé un departamento. Empecé hacer las cosas por mi propia cuenta, fue doloroso quitarlo de mi vida.

Aunque me siguió buscando después, yo ya no podía estar con él. De abril a junio. No me apeteció ni darle un beso, de hecho nunca más lo besé. Estaba totalmente decepcionada de él. Y sabes qué, yo tuve la culpa.

Ponerle fin fue difícil, porque el entendía mis NO, como un SI. Tuve que armar un escándalo, gritarle. Botarlo de la casa para que al fin me escuchara. Para que al fin entendiera. Que había acabado TODO.

Me dolió esa ruptura, pero más me dolía el vacío espiritual que tenía en mi ser. Un abismo gigante.

¿Cómo volví a Dios.?
Te lo contaré en el siguiente capítulo...

? Te lo contaré en el siguiente capítulo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora