Mi hermano nació en el año 1998, yo tenía 5 años cuando pasó. Siempre lo vi como mi chichobelo. Eran tan gordito, y tenía una sonrisa hermosa. Amaba el campo, pero más que nada las vacas. Yo lo cuidaba la mayoría del tiempo. Me gustaba bañarlo con agua calientita, y no dejar que le toque la cara. Sabía que al igual que a mi no le gustaba. Jugábamos en la mesa, yo me escondía detrás del frasco del azúcar y aparecía asustándolo. ¡Te encontré!. También, me encantaba preguntarle cómo dormía, el cerraba sus ojitos y hacía como que roncaba, y así le preguntaba de todos. En el campo mi hermano era mi despertador:- Ashasa, antashe.
Por diversas situaciones, mi hermana mayor, Andrés y yo. Tuvimos que ir a vivir a la ciudad, en casa de mi tío, hermano de mi papá, esa casa también le pertenecía a mi papá, mis padres también tenia derecho de vivir allí. Pero decidieron que solo los niños iríamos.
Lunes a viernes pasábamos en la ciudad y los fines de semana regresábamos al campo. Mis padres se esforzaron mucho para darnos todo lo que necesitábamos, pero mis tíos no eran justos en nada. Ni en la comida y menos en el dinero que deberían darnos para el receso.
Mi hermano estaba en el jardín, mi hermana en colegio. Pero ese jardín estaba dentro de mi escuela, solo nos separaba una maya metálica. Yo no tenía amigos, así que me sentaba cerca y veía a mi hermano jugar cada receso. Cuando la esposa de mi tío golpeo de una manera horrible a Andrés solo por rayar las paredes, mi mamá tomó la decisión de venir a la ciudad. Ella nunca nos había maltratado de esa manera. Así que nos fuimos a vivir en la villa, que pertenecía a una hermana mayor de mi papá. Aquí vivimos varios años.
Mi tío y su familia, eran muy malos. Pero no quiero hablar de ellos. A medida que crecíamos, Andrés y yo empezamos a pelear más, celos de hermanos. Mi mamá solo estaba para él. Y ya saben, cualquier cosa que pasaba siempre la hermana mayor tenía la culpa. Pero pronto llegaría Joel, mi hermanito.
Después de un tiempo terminamos viviendo en una casa que fue construida detrás de la de mi tío. Yo cursaba el quinto año de colegio, tenía quince años, y ya te conté las cosas que estaba viviendo en aquella época.
Seguían los problemas con mi tío, él tomó la decisión de venderla y no teníamos mucho tiempo par salir de allí. Quedaba muy lejos del colegio, eso me molestaba, nos mudamos a la nueva casa si que se terminara de construir. No importaba, porque al fin teníamos nuestra propia casa. Pero ni lejos de mi tío nos libramos de los problemas, él ahora quería vender muestra casa y con el dinero comprar una quinta. Hasta donde le llegaba la avaricia. Muchas veces el maltrato de mi padre se debía a eso, mi papá siempre obedecía a mi tío. Pero esta vez mi mamá y yo ya no quería que nos dejara sin donde vivir.
Andrés, no tenia buenas calificaciones y conocía muchos secretos de mi tío y mi padre que hasta el día de hoy yo conozco. Pero se que así era, porque borracho llorando me decía, si tu supieras lo que han hecho. Eso no le dejaba estar en paz, y comenzó a beber mucho. Y a juntarse con personas raras. No diré lo que nunca me constó, pero era probable que si consumía drogas. Pero en casa nunca dio señales. Entonces era difícil de creer.
Mi hermano le llegó a dar muchos problemas a mi mamá, porque se iba a fiestas, se desaparecía. Llegaba en la madrugada, y a veces al siguiente día. Muchas veces hice una oración que ahora me aterra recordar. Le decía: Señor, si mi hermano se va a perder, prefiero que te lo lleves ahora. Sin pensar que así pasaría.
Volvamos a ese sábado 6 de diciembre del 2014.
Después de despedirme de mi hermano, fui a la reunión juvenil. Al momento de bajarme del taxi me dio un retorcijón horrible en el estomago y fui al baño. -Falsa alarma, quizás me ha de llegar le periodo.- Traté de ya no prestarle atención.
Recuerdo que la pastora daría el mensaje ese día, y eran exactamente las seis de la tarde, cuando vi la hora en la computadora. Estábamos cantando:
Oh, alaba
Simplemente alaba
Estás llorando alaba
En la prueba alaba
Estás sufriendo alaba
No importa alaba
Tu alabanza Él escuchará
Dios va al frente abriendo caminos
Quebrando cadenas, sacando espinas
Manda a sus ángeles contigo a luchar
Él abre puertas, nadie puede cerrar
Él trabaja para los que confían
Camina contigo de noche y de día
Levanta tus manos tu victoria llego
Comienza a cantar y alaba a DiosEn mi mente pensé, que difícil es alabar a Dios cuando todo va mal. Y en medio de la canción me seguí doliendo el estómago. Tenía una angustia que no podía explicar.
Terminando la reunión fui a casa con Vicente. Mi mamá estaba en la hamaca y me preguntó:
- Ely, ¿Vio a Andresito en la tienda?
- No mami, no lo vi.
- Me duele la cabeza. No seas malita, anda a la tienda y dile que venga.
- Pero el dijo que iría a una fiesta, le dije
- Si, pero al final no fue. Se fue en la moto con el amigo a ver el dinero a la finca. Del pago del jornal por la semana trabajada.
No terminé de hablar con ella cuando un grupo de vecinos venían llorando, hacia mi. Enseguida grité: ¡No! ¡No! ¡No! ¡No, es cierto! Me dijeron que Andrés había tenido un accidente y se lo habían llevado a otra ciudad. Otros decían que uno sobrevivió y se lo llevaron al hospital. Dejé a mi madre llorando junto a una vecina. Guardaba la esperanza de que mi hermano sea el sobreviviente, así que fui directo al hospital, en contra de todo pronostico. -Dios no dejaría que le pase nada a mi hermano. Yo he orado muchas veces, yo le entregué a mi familia, incluso a mi papá. No, no era posible.-
En el hospital, Vicente fue a preguntar. Yo me quedé fuera y mirando hacia el cielo le dije a Dios: Si mi hermano está muerto, por favor no me abandones, no podré resistirlo sola. Ayúdame a pasar por esto. Vicente, me abrazó y dijo: - No hay ningún sobreviviente de ningún accidente.
Entonces dije, vamos al lugar del accidente dije, quizás allí sepan donde lo llevaron.
Es difícil para mi escribir esto, conoces el dolor desgarrador. Aquél que sientes que te arrancan el alma, te deja si aliento. Es como un golpe en el pecho, que te dan sin previo aviso. Eso sentí en ese lugar.
Estaba muy oscuro, y había mucha gente. Las personas del lugar habían estado limpiando la sangre. No estaban los cuerpos. Cuando me acercaba Vicente me detuvo, y dijo: ¡Si es!, reconoció su camisa, estaba ensangrentada en el suelo. Me abrazó, y yo no pude decir ni hacer nada. Con la camisa en mano, escuché que las personas decían que ambos habían muerto, ya la ambulancia se los había llevado. Le pedí a Vicente que nos fuésemos, ya no había nada que hacer.
Llegué a casa directo al baño y empecé a vomitar. Al salir mi madre llorando me preguntó donde estaba mi hermano. Temblando le dije que no había sobrevivido.
Nunca olvidaré la forma en que ella se echó al piso a llorar desconsoladamente. Tratamos de levantarla, pero ella quería morir en ese mismo momento. No puedo imaginar el dolor que sintió.
Sentía doble dolor. Además de perder a mi hermano, tenía que verla sufrir de tal manera. ¿Acaso no había sido suficiente ya?
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Elizabeth
RandomÉsta es mi propia historia, tan real que te identificaras con ella. Nunca había abierto tanto mi corazón como lo hago aquí.