Cosas que pasan.

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 Lysandro corrió por casi todo el instituto, fue al jardín, al gymnasio, paso por la sala de delegados, hasta que al fin encontró a Armin acurrucado una de las gradas de la escalera.

- Armin...- lo llamó pero el otro no le miró.

- Lo siento...- respondió con voz triste el pelinegro.

- No entiendo porque te disculpas- el albino se sentó junto a él conteniendo las ganas de abrazarlo al verlo tan vulnerable.

- Es que nunca había tenido un amigo como tú, estaba tan feliz de que aceptaras a mi hermano, de que me apoyaras, tu eres tan amable y yo tan imprudente, escogí esa libreta porque a mí me gusto y pensé que a ti te gustaría también pero solo te hice hacer el ridículo, soy tan mal amigo.

- A mí me gusta la libreta- contesto el albino sinceramente.

- No tienes que usarla sólo para hacerme sentir bien.

- Sabes al principio me parecía algo extravagante, no te lo niego- confesó el albino- pero me sentí tan feliz.

 El pelinegro levantó su mirada y de nuevo dorado y verde se fusionaron con azul.

 "¿Por qué?" Fue la silenciosa interrogante en la mirada del friki.

- Me gusta la libreta porque tú la elegiste especialmente para mí- confesó el victoriano- cada vez que la veo recuerdo que tu pensaste en mi, aunque fuera en algo tan sencillo como seleccionar una libreta, tu quisiste que tuviera algo que era de tu agrado, por eso cuando la llevo conmigo es como si una parte de tu esencia me acompañara también.

 Armin se sonrojó por las palabras del otro, sonaban casi como una confesión romántica pero supuso que Lysandro hablaba así todo el tiempo ya que después de todo era un compositor.

- ¿Enserió te gusta?- preguntó con timidez.

- Me gusta, definitivamente me gusta.

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 Nathaniel ordenaba unos papeles en la sala de delegados cuando escucho una voz muy conocida llamarlo.

- Natt hola- saludó Arlett entrando a la sala.

 El rubio se levantó dejando de lado todo para ir a abrazarlo.

- Arlett  volviste ¿Cómo te fue en el viaje? ¿Viste animales extraños? ¿Me trajiste ese peluche de gato que me prometiste?- interrogaba el delegado a su amigo efusivamente.

- Cálmate Natt, cálmate, vamos a la cafetería y ahí hablamos con calma- le propuso sonriendo el pelipurpura.

- Tengo trabajo que hacer pero...- el rubio parecía indeciso- tal vez pueda hacerlo luego.

- Tranquilo yo después te ayudo, entonces ¿A la cafetería?

- Vamos- acepto el delegado finalmente.

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 Castiel caminaba hacía el patio del instituto cuando vio a unos sonrientes Nathaniel y Arlett salir de la sala de delegados.

- Arlett- masculló apretando los dientes, al pelirrojo ese chico nunca le cayó bien.

 El pelipurpura al notar que el guitarrista los observaba abrazo al delegado por la cintura y se volteó a ver al otro con una sonrisa maliciosa.

- ¿Qué sucede Arlett?- preguntó el rubio que aún no notaba la presencia de Castiel.

- Es que quiero recuperar todo el tiempo que perdimos Natt- contesto el chico con fingida inocencia.

 Castiel llenó de furia camino hasta ellos.

- Pero si ya regreso pelo de uva- saludó llamando la atención de ambos.

- ¡Oh, pero si es Cassi! ¿Por qué te teñiste el cabello de rojo? ¿Querías demostrar lo anormal que eres?- indagó el recién llegado.

 Nathaniel observaba a ambos sin saber qué hacer, estaba acostumbrado a detener los conflictos entre ambos pero ahora que Castiel y él no se llevaban no sabía qué hacer.

- Yo al menos cambié, tú sigues pareciendo un chicle pegándote a todos- se defendió el guitarrista.

- Te equivocas Cassi, al único al que a mí me gusta pegarme es a Natt- respondió el chico abrazando al delegado por el cuello.

- Si que eres una molestia- el ojigris observó la escena con rencor.


- BUENO BASTA- grito al fin el rubio muy enojado- Castiel tú no eres quién para criticar la amistad entre Arlett y yo, así que déjanos en paz- sentenció para luego tomar el brazo del pelipurpura y arrastrarlo lejos de ahí.

 Castiel quiso acercarse y separarlos de una buena vez pero el delegado tenía razón, ellos ya no eran amigos.

El friki y el victoriano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora