El friki y el victoriano.

La petición

Armin no se podía mover, no podía hablar, ni siquiera parpadear, simplemente era una estatua observadora de lo que sucedía.

 Alexy frente a él estaba siendo golpeado y humillado, le repetían una y otra vez que era una basura, una deformación, algo que no debería existir.

 "NO ES CIERTO, ALEXY ES MI PRECIADO HERMANO" quería gritar con todas sus fuerzas el pelinegro pero su voz no salía, solo podía llorar de impotencia.

- ALEXY- se despertó gritando en medio de la noche para encontrarse frente a él a su hermano de cabellos azules.

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 Alexy sabía que tenía que ignorar a su hermano pero Armin sufría de esas pesadillas desde que tuvieron que abandonar su primer instituto.

 Miraba al exaltado pelinegro frente a él observarlo con dolor, era como un niño pidiéndole consuelo a su madre tras lo que él consideraba la peor experiencia nocturna.

- Ven- le dijo estrechándolo entre sus brazos, sabía que debía ser indiferente con él pero adoraba a su hermano y al menos por esa noche sería egoísta y lo mantendría a su lado.

 Armin por su parte entre los brazos de su hermano se permitió llorar, los últimos días se sintió abandonado y olvidado por el ojirosa, pero él que viniera a consolarlo de sus pesadillas le demostraba que Alexy aún era su cariñoso hermano en el fondo y se prometió que aunque el peliazul volviera a comportarse como un cretino a la mañana siguiente, el no se rendiría hasta poder crear un lugar ideal para ambos.

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 Lysandro se dirigía al aula de ciencias a recoger unos materiales cuándo se topo en el pasillo con Armin.

- Hola- le saludo sonriendo.

 El pelinegro por su parte le devolvió la sonrisa entusiasta.

- Hola Lysandro, disculpa ¿Sabes dónde puedo encontrar a Kentin?- preguntó el ojiazul causando molestia en el albino.

- ¿Y para que buscas a Kentin?- indago Lysandro frunciendo el ceño.

- Es... es algo privado- respondió el ojiazul sonrojado.

- Pues no, no lo he visto, es mas creo que no vino- "y espero que no venga en varios días" pensó molesto el chico de ojos bicolor- pero si lo que necesitas es ayuda en algo yo te puedo ayudar.

- No gracias, iré a buscarlo por ahí- contesto Armin algo extrañado por la actitud del otro.

- Como quieras- dijo finalmente el albino para marcharse echando humo de la rabia.

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 Armin encontró a Kentin tomando agua en uno de los bebederos cercanos a la sala de delegados.

- Ken, que dicha que te encuentro- le saludo al verlo.

- ¿Armin? ¿Sucede algo?- preguntó el castaño extrañado porque el otro le buscará.

- ¿Podemos hablar el privado?- propuso el ojizul y el otro chico acepto.

 A los pocos minutos se encontraban en una de las aulas vacías del instituto.

- Veras Kentin ¿Recuerdas lo que hablamos la última vez?- indagó nervioso el ojiazul.

- Si ¿Qué pasa con ello?

- Bueno, comprendí que necesito ser más fuerte no solo mental sino que físicamente, no voy a andar por ahí golpeando a los demás pero quiero saber defenderme a mí y a los que aprecio si algo sucede- confesó el pelinegro.

- ¿Y eso tiene que ver conmigo por...?- el ojiverde no comprendía a lo que quería llegar el otro.

- Por favor entréname- pidió el friki finalmente.

- ¿Yo? ¿Por qué yo?

- Eres la única persona que conozco que ha pasado lo mismo que mi hermano y yo- el pelinegro bajo la mirada porque sentía que si veía al otro a los ojos no podría continuar hablando- el dolor, el sufrimiento, la impotencia, tu pasaste por todo y aún así lograste volverte fuerte, por ese motivo, por favor se mi maestro.

 Kentin lo pensó seriamente, el comprendía lo que era sentirse débil y vulnerable, muchas veces el también deseo que alguien le tendiera la mano y le sirviera de guía.

- De acuerdo Armin, yo seré tu maestro.

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 Sucrette se dirigía al club de jardinería cuando escuchó una interesante conversación salir de un aula vacía.

- Lo mejor será que Alexy no se dé cuenta de nuestra relación- se escuchó la voz de Armin dentro del aula.

 La chica se detuvo de golpe al escuchar aquello.

- Concuerdo contigo, la verdad no sé como pueda reaccionar y no quiero averiguarlo.

 "Ese es mi Kentin" pensó Su impresionada al escuchar la voz del castaño.

- Supongo que diría algo como que el que debe hacer ese tipo de cosas es él y no yo, pero yo quiero hacerlo- el pelinegro se escuchaba decidido.

- Entonces es nuestro secreto- sentencio Kentin.

 Sucrette salió corriendo del lugar, quiso llorar,  le dolía saber que había perdido a Kentin y ni siquiera a manos del peliazul sino que a manos de su hermano.

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