Y de nuevo la lluvia

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Armin y Lysandro caminaban rumbo a la casa del primero para poder hablar con Alexy y hacerle saber que todo había terminado bien.
- Esto seria más fácil si tuviéramos un celular- bromeó el ojiazul para romper el incómodo silencio en el que se hallaban.
- Bueno nunca me he visto en la necesidad de comprar uno, Leigh creo que ni sabe que existen, a Castiel lo veo todos los días, a nuestros compañeros de instituto también y a ti....- el victoriano detuvo tanto su charla como su caminar de repente.
Armin al notar que el albino dejo de andar, le imitó y le observó preocupado.
- ¿Sucede algo?- le preguntó extrañado.
Lysandro sonrió de forma traviesa antes de responder.
- Nada, solo pensaba que definitivamente tenemos que comprar un par de celulares, así tu voz sería lo último que escucharía antes de dormir por el resto de mi vida- respondió haciendo sonrojar al pelinegro.
Justo en ese momento gotas de lluvia comenzaron a caer sobre ellos, tendrían que haber salido corriendo en busca de refugio pero no lo hicieron. Se quedaron frente a frente mirándose tan intensamente como solo ellos podían hacerlo.
Entonces el tiempo se detuvo, no existía nada más que la lluvia y ellos, justo como cuando se conocieron.
- ¿Y qué haces aquí debajo de la lluvia?- preguntó el friki que recordaba su primera conversación con el compositor como si se hubiera dado unos cuantos minutos atrás.
El chico de ojos bicolor sonrió con ternura comprendiendo la intención del otro y decidió seguirle el juego.
- Bueno... había una mariposa amarilla...
- ¿Había una mariposa amarilla y...?- continuó el juego el pelinegro.
- Y me hizo perderme pero fue algo bueno.
- ¿Algo bueno? ¿Desde cuando perderse bajo la lluvia es algo bueno?- indagó el más bajo sonriendo también.
- Desde que eso ocasiona que conozcas al amor de tu vida.
El ojiazul lo supo entonces, su encuentro aquel día no fue una casualidad, estaba destinado a suceder. Ellos debían enamorarse y tendrían siempre a la lluvia como su testigo.
Armin entonces ya no pudo resistirlo más, ya no le importaba que dijeran los demás, no le importaba que problemas tuvieran que encontrar. Si estaba con Lysandro podía caer sobre él el mundo entero y aun así seguiría sonriendo.
No lo pensó durante más tiempo, cortó la distancia que los separaba, rodeo el cuello ajeno con sus brazos y fundió sus labios con los del albino.
El más alto al principio no supo como reaccionar pero luego de unos instantes simplemente correspondio el abrazo y se permitió disfrutar del momento.
Se separaron porque de verdad necesitaban aire y juntaron sus frentes sin dejar de mirarse, estaban embelasados el uno del otro.
- Te amo- confesó al final el ojiazul sonriendo.
Lysandro comenzó a reírse como poseído, estaba eufórico, tanto que tomó al friki por la cintura y le dio una vuelta completa en el aire.
- Lysandro controlate,- el pelinegro intentaba detenerlo pero no podía parar de reír tampoco- enserio nos vamos a caer.
- Que importa, nada importa ¿No ves que soy feliz?- lo bajo finalmente para luego abrazarlo con tanta fuerza que al menor le costaba respirar- ¿No ves acaso lo feliz que me haces?
Armin no respondió nada, no había palabras para hacerlo. La situación era casi irreal, estaban completamente empapados jugando debajo de la lluvia como si fueran niños, probablemente serían regañados por sus respectivos hermanos y hasta pescarían un resfriado. Aun así, a pesar de todo eso, creyó que el momento no podía ser más perfecto.

El friki y el victoriano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora