Molestia desconocida

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Lysandro y Castiel practicaban aquella tarde en el sótano, todo iba con normalidad hasta que en mitad de una canción la puerta fue abierta de una patada.

- Tu...- gruño el delegado antes de entrar.

- Pero si es el perro faldero de la directora- se burlo el pelirrojo- ¿Qué quieres ahora?

- 37... Me tienes que firmar 37 justificantes atrasados... ¿SABES CUANTO PAPELEO ME TOCA HACER POR TU CULPA?- grito el rubio molesto.

- Bueno es tu deber como "secretaría" ¿No?- el guitarrista sonrió de manera malvada- deberías usar falda y ofrecer café como se debe.

 Un segundo después Nathaniel elevaba de manera amenazadora una silla en dirección a Castiel, el cuál, que a pesar de ser un idiota tenía instinto de supervivencia por lo que salió corriendo hasta perderse de vista.

 Lysandro suspiro resignado, estaba acostumbrado a esas escenas, la primera vez que el delegado saco su "otro yo" como le decía Castiel, él se sorprendió un poco, nadie se imaginaba que el amable y educado Nathaniel se transformara en una amenaza potencial de un momento a otro, aunque comprendía al rubio, la actitud de su amigo pelirrojo a veces era capaz de sacar el lado más oscuro de cualquiera.

- Adiós Lysandro- se despidió sonriendo amablemente el chico y luego aún con silla en mano salió en busca del guitarrista.

 El chico de ojos bicolor que conocía al rubio y al pelirrojo mejor que nadie más en el instituto como consecuencia de quedar a solas con ellos casi todas las tardes, supo que esa discusión iba a tardar, así que le dejo una nota a su amigo y salió del instituto.

 En el patio pudo apreciar que los rayos de luz en el cielo morían lentamente y la luna ya comenzaba a mostrar su presencia.

- Magnífico espectáculo- pensó en voz alta.

 Estaba a punto de emprender su regreso a casa cuando notó una persona hecha un puño sobre una de las bancas del patio, lo observó bien y al instante aún con la carencia de luz que había, reconoció aquellos negros cabellos.

- ¿Armin?- le llamó acercándose.

 El chico que mantenía sus piernas abrazadas y la cara oculta entre estas, levantó la mirada al escuchar su voz.

- Hola- saludó el ojiazul con una sonrisa triste.

- ¿No es un poco tarde para seguir en el instituto?- preguntó el albino sentándose junto a él.

- Tu también estás aquí- respondió el chico pero sin ser sarcástico realmente.

- En eso tienes razón- contesto Lysandro sonriendo.

 Guardaron silencio unos segundos hasta que Armin decidió hablar.

- No soporto estar en casa.

- Pareces de los que aman estar en su casa- opinó el cantante.

El friki y el victoriano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora