Alfred estaba cansado, muy cansado, a sus 12 años de edad ya no deseaba vivir más.
"Alfred es una niñita, Alfred es una niñita" canturreaban sus compañeros alrededor de él haciendo una ronda.
Quería llorar pero sabia que eso solo lo haría peor, ellos si lo veían llorar le pegarían y de nuevo tendría que aguantarse una paliza de sus padres por "andar causando problemas".
Por eso a como pudo empujo a uno de los niños y logro escapar lejos, entró a uno de los baños de aquella escuela y allí finalmente se permitió llorar.
Cual había sido su pecado para merecer esto, simplemente haberle dicho a un compañero suyo que era lindo, él no pensó que fuera malo confesar que veía lindo a otro niño pero aparentemente el resto lo veía como una abominación, desde ese día lo aislaron, comenzaron a reírse de él y hasta pegarle, para aumentar su pena en casa si comentaba algo de lo que estaba sufriendo solo recibía otra paliza en respuesta porque según sus padres él era el que se buscaba los problemas.
- Por favor, por favor alguien que me ayude- rogó al vació.
"¿Quieres mi ayuda?" escucho una voz dentro de su cabeza hablarle.
Otro niño hubiera sentido miedo de escuchar algo hablarle dentro de su cabeza pero Alfred estaba solo y desesperado.
- Si ayúdame, por favor me siento triste, me duele- pidió con voz quebrada.
Entonces sucedió Alfred sintió algo apoderarse de si, una personalidad más fuerte.
- Nadie te va a volver a hacer llorar, lo prometo- dijo el niño esta vez con una voz más segura.
Se limpio las lagrimas y salió de aquel baño con la mirada en alto, uno de los niños que estaba molestándolo antes se acercó a él sonriendo con burla.
- ¿Acaso la niñita se oculto para llorar?- le dijo con maldad.
Alfred se hubiera intimidado ante esto pero en ese momento el peliplateado no era Alfred, era alguien más.
El mocoso entonces recibió como respuesta un puñetazo que hasta le arranco un diente, todos se sorprendieron de ver al tímido niño de ojos plateados reaccionar así pero comprendieron que ya no podían seguirlo usando de saco de boxeo así que optaron por la opción más fácil, hacer como que no existía.
Y así vivió Alfred por años, siendo una persona solitaria, despreciado por el resto, simplemente teniendo como compañía aquella otra personalidad en su cabeza que le protegía a la que con cariño comenzó a llamar Willian.
- ¿Por qué Willian?- le pregunto una vez su otra personalidad.
- Por que es un nombre tierno pero a la vez fuerte- contesto sonriendo.
- Yo no soy tierno, solo estoy aquí para protegerte no lo olvides.
Alfred no le presto mucha atención, Willian podía decir lo que quisiera pero si lo protegía era por que se preocupaba por él y eso le parecía algo tierno.
Un día por circunstancias del destino resbalo en el instituto, entonces escucho algunas risas a su alrededor, estaba acostumbrado a que los demás se rieran de él así que no le tomo importancia al hecho de que nadie intentara ayudarle a levantarse, sin embargo se sorprendió cuando observo dos manos extendidas frente a él ofreciéndole ayuda.
Levanto su mirada y se encontró con un par de chicos idénticos sonriendo, lo único que los diferenciaba era que uno tenía el cabello negro y ojos azules, y el otro el cabello azul y los ojos rosas.
Con algo de miedo tomó las manos de los dos chicos y les permitió que le ayudaran a levantarse.
- Hola mi nombre es Armin- se presentó el ojiazul.
- Y el mió es Alexy- le imito el otro.
- Y nos acabamos de transferir- concluyeron los dos al mismo tiempo.
Alfred no pudo evitar sonreír en respuesta, era la primera vez en mucho tiempo que alguien lo trataba con amabilidad, por eso desde ese día decidió que los gemelos que le sonrieron serian suyos.
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El friki y el victoriano.
FanfictionArmin encuentra a Lysandro perdido un día en medio de la lluvia y decide ayudarlo, por consecuencia comienzan una extraña relación de amistad, todo esto mientras el pelinegro tiene que lidiar con la repentina distancia impuesta por su hermano y un p...