El friki y el victoriano.

Decisiones

 Lysandro corría por el pasillo lo más rápido que podía hasta el aula donde recibían lecciones, sin embargo al encontrarse de camino a Armin se detuvo de golpe frente a él.

- Tu.... Kentin.... Su- fue todo lo que pudo decir ante su falta de aire por la anterior carrera que emprendió.

El ojiazul se extrañó de ver al albino así, con el cabello y la casi siempre pulcra ropa victoriana, completamente desordenados, mientras respiraba con dificultad y lo miraba con sus ojos bicolor mucho más intensos y ansiosos que nunca.

"Jamás creí que Lysandro fuera tan chismoso" pensó el pelinegro que creyó que la desesperación del otro era curiosidad.

- Veo que ya lo escuchaste- comenzó a hablar Armin luego de dar un momento al otro para que recuperara el aliento-, aparentemente Su creía por una confusión que Kentin y yo salíamos, lo cual distaba mucho de ser cierto, así que ya que se aclaró el malentendido ellos están saliendo y....

Armin no pudo continuar hablando ante la sorpresa, Lysandro lo estaba abrazando con fuerza, podía sentir la calidez de su cuerpo rodearlo y su característico olor inundar su nariz.

- Estoy tan feliz- susurro el chico de ojos bicolor sin soltarlo aun.

El ojiazul analizó el asunto con rapidez y llegó a una lógica deducción.

- Comprendo que estes muy emocionado, una nueva pareja de novios será una gran inspiración para tus canciones ¿Verdad?- comentó el más bajo provocando que el victoriano recuperara la cordura y terminará el abrazo.

- Si exactamente, podré seguir llenando mi libreta de poemas- "sobre ti" pensó al final para si mismo.

Armin sonrió, Lysandro a veces le parecía demasiado tierno.

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Cuando Lysandro regreso al sótano se encontró con todos sus escritos pulcramente ordenados de nuevo, no amontonados como él los había dejado, Castiel el evidente responsable de ordenarlos sonreía satisfecho por el trabajo bien hecho.

- ¿Quién lo diría? Nathaniel tiene razón, ordenar puede ser divertido- comentó el pelirrojo al ver que su amigo ya había regresado.

- Parece que ahora que se llevan bien se te a pegado algo bueno de él- respondió el albino impresionado ante el orden de aquel lugar.

El ojigris se sonrojo levemente.

- Sigue siendo una secretaria adicta a los gatos perfeccionista- dijo el pelirrojo pero sin el odio que solía haber en sus palabras con respecto al rubio-, ahora que estás de vuelta respóndeme ¿Por qué diablos saliste corriendo como un loco y dejaste tirados tus valiosos textos que nos pueden convertir en grandes estrellas musicales?

- Bueno... esto... yo... Armin...

- Oh Armin el señor ojos de los ojos de mar y cielo- se burló el pelirrojo.

- ¿Tu cómo sabes eso?- chillo avergonzado Lysandro al recordar que él había escrito eso en uno de sus poemas.

- Déjame ver, por aquí esta- Castiel tomó uno de los textos que él había ordenado- este poema tan romantico dice:

"Tus ojos de mar y cielo

hechizan a los míos de ti deseosos

y miro con gran anhelo

tus labios cuando sonríen gozosos.

Tus manos tan pequeñas y frágiles

deseo entre las mías tomar

y cuando por fin me mires

tu boca gustoso podre besar."

Castiel iba a seguir leyendo pero el albino le quitó el poema muy sonrojado.

- No lo leas en voz alta ¿Qué tal si él pasa por aquí?- se quejo Lysandro.

- Nada, simplemente se daría cuenta de que estas loco por él, algo que de lo que jamás se percatara si no se lo dices directamente a la ca...

- Lo haré- le interrumpió el chico de ojos bicolor para su gran sorpresa.

- Vaya ¿Qué te llevó a tomar esa gran decisión?- indago el pelirrojo curioso por la osadía de su amigo.

- Hoy creí que lo había perdido, no quiero que eso suceda de nuevo y menos por ni siquiera haberlo intentado, por eso voy a decirle lo que siento y lucharé para que me corresponda.

El ojigris miró a su amigo sonriendo, estaba orgulloso como una madre que ve a su niño ir con una linda chica al baile de graduación, poco le faltaba para sacar una cámara y tomarle una foto al chico frente a él.

- Yo te ayudo- le ofreció el ojigris al final.