El universo

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 Cuando Leigh abrió la puerta a Armin y a Lysandro completamente empapados y sonrojados supo que algo había sucedido.

- ¿Pero se puede saber por qué están así? ¿Acaso quieren morir de un resfriado?- les riño molesto.

- Bueno esto....- intento defenderse el albino pero su hermano lo interrumpió.

- Nada de peros, tu vete a tu cuarto y toma una ducha caliente, yo me haré cargo de Armin- ordeno serio el mayor.

- Pero...- el chico de ojos bicolor quiso oponerse pero por la mirada de enojo que le dio su hermano supo que no aceptaría peros.

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Armin tomaba una ducha en el baño de la habitación de Leigh, el diseñador amablemente le había dado un cambio de ropa y una toalla para secarse al terminar, para luego casi de forma maternal según el punto de vista del ojiazul indicar que bajaría a la cocina a preparar chocolate caliente.

- Ahora que lo pienso no había dicho Lysandro algo de prohibirle la entrada a la cocina- susurro.

Al percatarse de que había dicho el nombre del albino se sonrojo, aun recordaba las palabras dichas por este y la sensación de la mano de él sobre la suya.

Aumentó la presión del agua de la ducha y sumergió de golpe su cabeza bajo esta, como para limpiar los pensamientos que se arremolinaban en esta y calmar los latidos descontrolados de su corazón.

- ¿Qué demonios me esta pasando?- se pregunto a si mismo confundido.

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Lysandro secaba su cabello frente al espejo con lentitud, había terminado de alistarse unos cinco minutos antes pero no se atrevía a salir de su habitación aun, ahora que la necesidad de refugiarse de la lluvia no estaba y se encontraba en la calidez de su hogar los recuerdos de su confección al ojiazul lo invadían sin piedad.

- ¿Mírame como un hombre al que puedas amar? ¿Pero que clase de declaración es esa?- se riño a si mismo mirándose al espejo.

- Así que te le declaraste- comento Leigh apareciendo de repente junto a él.

- Leigh no me asustes así- chillo el albino que nunca dejaba de asustarse cuando su hermano sigilosamente aparecía de repente.

- Lyss te de-cla-ras-te, eso es tan valiente, estoy orgulloso de ti, llamaré a Rosalya para que traiga la cámara.

- No, no puedes hacer eso.

- ¿Por qué no? Hay que celebrar.

- Armin... no quiero que se sienta incomodo.

- ¿Te rechazo?- pregunto preocupado el diseñador.

- No, él no me va a dar una respuesta por ahora, yo le dije que se tomará su tiempo o algo así- explico el chico avergonzado.

- Pues este no es el momento de sentir pena hermano, ahora más que nunca debes luchar por que te correspondan, no encerrarte aquí en tu cuarto esperando a que por un milagro divino Armin se enamore de ti, debes cosechar para sembrar, así que comienza la guerra.

- ¿La guerra?

- Si debes atacar.

- ¿Quieres que saque un cañón o algo así?

- No Lyss, la guerra del amor, eres un poeta, usa tus mejores armas y aprovecha antes de que llegue competencia.

- No creo que el universo sea tan cruel como para enviarme competencia ahora- comento el albino sin imaginar lo equivocado que estaba.


El friki y el victoriano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora