Muchas personas, al oír hablar de nosotros los vampiros, automáticamente nos consideran monstruos y su reacción instintiva es escapar para protegerse.
En realidad no somos así, al menos no en su totalidad.
No nos mata el sol, definitivamente nos podemos ver al espejo y lo de las cruces y el ajo son pura ficción.
Lo de beber sangre es algo más íntimo. No la necesitamos para mantenernos vivos, pero nuestra fuerza varía mucho según cuánto la hemos tomado. Sin embargo, las reglas que mi madre instruyó prohíben que hagamos daño, así que solemos comprarla a los bancos de sangre o para mantener un vínculo emocional con nuestra pareja.
Entonces. ¿Qué pasa con los híbridos?. Para nosotros es muy difícil, ya que nuestro carácter varía mucho por las emociones fuertes y dependiendo de eso podemos inclusive entrar en algún tipo de frenesí, así que desde muy pequeño pasé por extenuantes entrenamientos para que mi lado vampiro sea estable.
Mi gemela Yomi siempre fue más prodigiosa en ese sentido. Era el orgullo de mi madre y tal vez no era su intención, pero me hacía sentir que yo era una especie de falla, un error. Ryu, el mayor solía conversar mucho conmigo sobre varias cosas alejadas del mundo de los vampiros. Su lado humano era muy fuerte y rara vez perdía el control.
Las historias que me contaba sobre el mundo humano eran muy interesantes. Yo deseaba mucho vivir todo tipo de experiencias. Pero siempre se me negó esa posibilidad. No podía avergonzar a la reina, no, el orgullo de la casa Yamada era más importante que cualquier otra cosa.
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Silky, caída hacia el mundo irreal
Teen FictionHabía pasado ya un tiempo desde que me alejé de todo para refugiarme inclusive de mis propios pensamientos. La absurda monotonía de este gris mundo me asfixiaba poco a poco al punto de que el solo hecho de despertar me resultaba completamente agota...