Había pasado ya un tiempo desde que me alejé de todo para refugiarme inclusive de mis propios pensamientos.
La absurda monotonía de este gris mundo me asfixiaba poco a poco al punto de que el solo hecho de despertar me resultaba completamente agota...
-¿ESO ES TODO LO QUE TIENEN?, ¡JAJAJA!. ¡SON TAN PATÉTICOS!.
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El cruel rey reía sarcásticamente al observar cómo los intentos por detenerlo llevados a cabo por el grupo resultaban inútiles ante su gran poder.
-¡Bastardo!, ¡Cómo te jactas usando una fuerza que no te pertenece!. Gritó Kuroi llena de ira.
-¿Y?, déjame decirte algo, pequeña Kuroi. De esto se trata tener poder. No importa el cómo se obtenga o de dónde. Mientras se tenga, lo importante es hacer cumplir tu voluntad a través de la sumisión de los débiles.
-¡ESO NO ES MÁS QUE TIRANÍA!. Gritó Amy.
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-Amy, Amy, Amy, puedes cuestionar mis métodos, pero jamás mis resultados. ¿No fui yo acaso quien llegó y puso fin a toda esa guerra?, ¿Quién logró que tu hermana vengase la muerte de tus padres?, ¿Quién forjó un país donde pudieran vivir sin preocupaciones?.
-¡Lo sé perfectamente!. ¡Pero el costo ha sido muy alto!. ¡Solo mira cómo has destruido la vida de tus propios hijos!, ¡Toda la gente que ha sufrido por culpa de tus caprichos!.
-¡Sufren porque son débiles!, ¡Si se despegaran de sentimentalismos estúpidos se volverían tan fuertes que tomarían lo que crean que el mundo les debe y no volverían a sufrir!.
-Padre, dime que alguna vez me quisiste... por favor.
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