Había pasado ya un tiempo desde que me alejé de todo para refugiarme inclusive de mis propios pensamientos.
La absurda monotonía de este gris mundo me asfixiaba poco a poco al punto de que el solo hecho de despertar me resultaba completamente agota...
Camino junto a la pequeña vampiresa. A pesar de que no me da miedo. Siento que es alguien de temer. Se nota a leguas que es hija de Umeko.
-Yomi. ¿Puedo hacerte unas preguntas?
Ella me mira en silencio, su expresión es inescrutable, sin dar pistas sobre lo que piensa en estos momentos.
Tras una pausa, se da la vuelta y seguimos descendiendo por las escaleras que antes había intentado usar para huir.
Nos adentramos más y más profundo. Las escaleras parecían no tener fin.
Al final, se decide a hablar y emite un "sí" tan bajo que casi pareció un susurro.
-¿Por qué en este mundo hay reyes?, O sea, ¿Quién los eligió?. Tú te ves como alguien muy inteligente y por eso pienso que, tal vez podrías darme esa información.
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-¿Este mundo?. ¿A qué te refieres?. ¿Cómo no conoces esas cosas?.
Creo que acabo de ponerme en evidencia estúpidamente.
-Es un decir, princesa. Discúlpame por ser ignorante en esos temas.
Creo que fue una buena respuesta. Pensé.
-Los humanos anteriormente eran considerados ganados por los vampiros. Hubo un grupo de nuestra raza que se relacionaron sentimentalmente con los humanos y formaron una rebelión de la cual mi madre fue la líder. Al terminar la guerra y declarar la victoria rebelde, los vampiros necesitaban quien los guiase y eligieron a mi madre para ese rol. Pero eso sí. Las normas de los vampiros y los humanos son diferentes, por eso cada uno vive según sus normas.
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