Había pasado ya un tiempo desde que me alejé de todo para refugiarme inclusive de mis propios pensamientos.
La absurda monotonía de este gris mundo me asfixiaba poco a poco al punto de que el solo hecho de despertar me resultaba completamente agota...
La reina empieza a recorrer el largo pasillo que lleva hacia el trono. Mientras lo hace rememora el tiempo en el que el hecho de sentarse en ese lugar significaba algo para ella; sin embargo, ahora a pesar de ser poderosa, inmortal y la cabeza de toda la sociedad vampira, ya no era ella quien representaba todo eso, Mirai hace mucho le había usurpado ese mérito y debido a ciertas razones ella no podía ir en contra de todo lo que él le ordenaba hacer, a pesar de no estar de acuerdo con la mayoría de sus órdenes, por lo cual hace mucho que no se percibía a sí misma como una mujer feliz.
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-¿Y bien?. ¿Para qué me buscas Mirai?.
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-¿Así es como te presentas ante tu esposo, Umeko?.
-Sabes bien que no te respeto como hombre. Dime de una vez para qué me quieres.
-De ti quiero muchas cosas, Umeko.
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