Había pasado ya un tiempo desde que me alejé de todo para refugiarme inclusive de mis propios pensamientos.
La absurda monotonía de este gris mundo me asfixiaba poco a poco al punto de que el solo hecho de despertar me resultaba completamente agota...
-¡No lo sé!, en este momento no sé nada. Dudo de todo.
Yomi, lloraba confundida. Saber que es solamente una herramienta había sido un fuerte golpe para su ego, su orgullo. Por años, había tratado de ser la hija perfecta de su padre y ahora entendía que para el hombre que más amaba, ella no era nada más que una existencia irrelevante.
Azariel la observaba con atención y trataba de reconfortarla con abrazos y palabras.
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Sus momentos más duros tuvo que pasarlos solo, tal vez Yomi hasta ese momento se había comportado como su enemiga.
Pero él más que nadie sabía lo duro que es sentir que todos te abandonan.
Poniéndose de pie, hace lo que a él le hubiera gustado que otros hicieran por él.
Tratar de hacer que Yomi toque tierra y vuelva en sí.
-¡YOMI!.
Ella se sorprende y voltea hacia él.
-¡No tenemos tiempo que perder!. Viste que yo más que nadie te entiendo. Entonces, ¡Vuelve en ti!.
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-Hice cosas muy malas. Herí a Ryu, humillé a Takeshi. Lastimé a Asuka y a mucha gente. Todo por ser la princesa.
-¿Y?. ¿Llorando vas a resolver algo?. No, ¿Verdad?.
-No sé qué hacer. Jamás tuve que cuestionar mis acciones para nada.
-Pedir disculpas de corazón es el primer paso. Y aún tienes algo por hacer que puede ayudarte bastante.
-¿Qué cosa?.
-Reivindicarte.
-¿Cómo?.
-Ayúdame a llegar a las cuevas.
-¿Qué cuevas?. Dice algo desconcertada la joven princesa.
-Debajo del salón del trono según vi en una información que Amy me ayudó a obtener. En alguna habitación existe un tipo de artefacto que Mirai utiliza para verlo y controlarlo todo.
