Habían pasado ya algunas horas desde que sentí aquella sensación de escalofríos recorriendo mi cuerpo. No sabía a ciencia cierta si Silky estaba en peligro, pero no está en mí quedarme con la duda, definitivamente Umeko no compartiría ese tipo de información conmigo y ahora que Amy no está quizás tenga alguna buena oportunidad para irme de aquí.
Volveré una vez que me asegure de que esa idiota no está en peligro.
Pensé que si ellos se guían por el olor como lo hace Amy, que es capaz de detectar dónde están los olores que ella conoce con anterioridad. Entonces. ¿Qué pasa si mi olor está fuertemente ligado a algún lugar, pero de alguna manera camuflara el mío?. Pienso que definitivamente valdría la pena intentarlo.
En el baño encuentro navajas de afeitar y toallas. Esta será mi carta de escape. En la habitación de Umeko recuerdo que vi varios perfumes que parecían costosos dado que sus envases son muy bonitos.
Hago un pequeño corte en mi mano para permitir que la sangre fluya lo suficiente y así la toalla absorba el aroma. Después, detengo el sangrado con los perfumes y aprovecho para aplicar algunos sobre mí, con el fin de ocultar mi propio olor. Es una solución temporal, pero tengo que probarlo mientras haya luz. Tomo un cuchillo, agua y algo de comida de la cocina de manera apresurada.
Salgo por la puerta y observo la luna, desde la ciudad se observaba justamente arriba. En este lugar está alejada. En teoría si intento caminar hacia donde se ve la luna debería llegar a Jinko. Claro que me pondría justo bajo el radar de Umeko, pero por Silky valdría la pena intentarlo.
Empiezo a atravesar el bosque en dirección hacia la luna hasta que en determinado momento me siento observado.
No creía que sean Umeko o Amy, ellas no se ocultarían, no es su estilo. Además son muy poderosas como para ponerse a jugar de ese modo. Tal vez estoy sobrepensando como es usual en mí o ando con algo de "Síndrome de persecución".
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Silky, caída hacia el mundo irreal
Teen FictionHabía pasado ya un tiempo desde que me alejé de todo para refugiarme inclusive de mis propios pensamientos. La absurda monotonía de este gris mundo me asfixiaba poco a poco al punto de que el solo hecho de despertar me resultaba completamente agota...