CAPITULO 3 "Visita Nocturna"
En cuanto llegó a sus aposentos pudo dejar escapar aire aliviada, se había ido Apolo aunque prometió que volvería que eso le preocupo un poco, se puso a tejer para calmar sus pensamientos, no pudo evitar preguntarse ¿Era su imaginación o Apolo en toda la noche solo a ella le dirigió miradas? Apenas si había visto a sus hijas, uno pensaría que sentiría mucha más curiosidad en las chicas ya que una de ellas sería su futura esposa.
-Nunca mencionaste tu asombrosa habilidad para tejer.- dijo una voz a sus espaldas.
Adara se sobresaltó se puso de pie de inmediato, al darse la cuenta se encontró con Apolo, hizo una reverencia rápida y luego intentó recuperar la compostura.
-Mi señor, no debería estar aquí, no es adecuado que se presente en mis aposentos.
-¿porque no?
-Porque soy la reina y estoy casada y que esté aquí puede que hacer que haya habladurías, cualquiera puede entrar.
-¿Su marido?
Intentó no mostrar lo mucho que le avergonzaba eso, el rey hace años que no pisaba sus aposentos, era obvio que para Heralto no era atractiva desde hace tiempo, solo tenía ojos para sus jóvenes amantes.
-No, mi marido no, tal vez una doncella o un guardia que este pasando por aquí.
-Puedes calmarte Adara, nadie se enterará de que he venido a visitarte, si entra alguien desapareceré de inmediato, actúa como si no estuviera aquí, has lo que harías una noche cualquiera.
No le quedó nada más que aceptar su presencia y seguir su orden, de todos modos, no podía echarlo era un dios, este la podía fulminar en cualquier momento, en su mente solo podía recordar todas las historias cuando un mortal ofendía a un dios, y todos sus crueles destinos, ahora si que sentía la presencia del dios y como este no despegaba la mirada de ella, de sus manos haciendo el trabajo en el telar, como si aquello le relajará. Tras un tiempo observándola en silencio se acerco a ella.
-¿Y porque no dices que tejes de maravilla?
-No vi las necesidades, las únicas habilidades que deberían importarle son las de mis hijas no las mías, además sé que es peligroso pregonar sobre esta habilidad.- comentó sin despejar la mirada del telar, era más fácil hablar sin mirarlo podía fingir que estaba hablando con cualquier mortal.
-¿Lo dices por Atenea?- preguntó Apolo.
-Conocí a Aracne hace unos años, era una mujer al engreída pero no le hacía daño a nadie con eso, no quisiera que me pasará a mí también.
-Aracne se sobrepasó con su soberbia ofendió a la diosa.- contestó Apolo, Adara no le quedó otra más que apretar los labios para no expresar su desacuerdo- En todo caso yo no lo permitiría que Atenea te hiciera algo semejante, mi reina.
Estaba segura de que no eran sus imaginaciones ahora, Apolo estaba mostrándose algo coqueto sintió como este ponía las manos también en su telar muy cerca de las suyas, y cuando pensó que este las tomarías dejo de hacer lo que estaba haciendo.
-Mi señor, después de esto hago mi rutina antes de dormir, tengo que aplicarme algunas esencias y lociones.
Esperaba que con eso el dios se fuera, pero en lugar de eso apareció medía sonrisa en sus labios.
-Entonces continua con su rutina.
-No puedo, si usted está.
-Bonito altar dedicado a Hebe- dijo acercándose a un rincón de la habitación- estoy seguro que es una de sus mortales favoritas.
-No lo creo, aunque no me ha tratado tampoco mal para mi edad.
-Adara eres todavía muy joven.
-Gracias, señor.
-Apolo.
-¿Qué dice, mi señor?
-Llámame Apolo, "mi señor" es bastante formal, me siento como mi padre.
-Esta bien, Apolo.
Debió admitir que tras decirle por su nombre al dios sintió un leve miedo, claro su miedo no solo venía de las historias que había escuchado, su madre había sido maldecida por el mismo Eros cuando era pequeña, y tenía miedo de tener un destino similar al de ella.
-Así está bien, ¿Por qué tiemblas? No me tengas miedo, se la historia de tu familia, los dos hemos sido lastimados por Eros.- vio un profundo dolor en su mirada.
Así que las historias que había escuchado sobre Jancito y Dafne eran verdad, con tantas historias sobre los dioses a veces era difícil saber cuándo eran verdad, o solo invenciones.
-¿Hábleme de las princesas? ¿con quién debería casarme?
Notó el repentino cambio de tema de Apolo sabía que lo mejor sería no preguntarle sobre sus dos amores, lo comprendía ella tampoco nunca hablaba sobre lo que le sucedió a su madre.
-No puedo hacer eso son mis hijas.
-Entonces cuéntame cosas sobre ellas.
-Bueno a pesar de ser hermanas son totalmente diferentes Joanna es inteligente, carismática, nunca se va aburrir estando con ella- concluyó luego agregó.- Kaia es más tímida pero es muy dulce, sabe escuchar y bondadosa.
Apolo asintió en silencio.
-¿Ama a sus hijas?
-Sí, ¿Que padre no ama sus hijos?
-Te impresionaría he visto muchas cosas. Dejare que continues con tu rutina de belleza, nos veremos pronto.
Casi podía pensar que el dios estaba más interesado en ella que en sus hijas, pero era imposible porque no podía competir con la juventud de sus hijas, probablemente el dios solo hablaba con ella porque quería conocer mejor a sus hijas, ¿Y quien mejor para conocer a sus hijas que su propia madre? No parecía muy lógico, pero era la mejor explicación que se podía dar para el interés que mostraba el dios en ella.
Gracias por leer
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La Indecisión del Sol
Historical FictionHeralto hizo una promesa hace diez años con el dios Apolo le daría la mano a una de sus dos hijas, si el dios le concedía un hijo varón. Diez años después Apolo viene a cobrar su trato esperando escoger a una de las dos princesas que son catalogadas...