13. El Jardín de Apolo

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CAPITULO 13 "El Jardín de Apolo"

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CAPITULO 13 "El Jardín de Apolo"

En los últimos meses había dejado tan abandonadas sus obligaciones como el dios de las artes y sus musas se lo hacían recordar en cuanto llegó a su palacio, todas querían que se enfocara en su causa, y llegó un punto que completamente harto de ellas, las echó a todas de ahí, solo quería un momento a solas.

Se quedó pintando sin darse cuenta terminó de pintar un hermoso paisaje todo con tonos de azules diferentes, y aquella obra solo le pudo recordar a los Adara además que ella solía vestir mucho el azul, lo hizo a un lado sintiéndose completamente herido ella no solo lo había rechazado sino que lo había humillado como hace años no lo hacían, desde Dafne no se sentía así de desairado.

Escuchó la puerta abrirse y sin voltear gritó:

-Dije que no quería recibir...- pero no terminó de hablar porque se encontró con Afrodita.- Vete tu también.

La apariencia de Afrodita había cambiado ahora los rasgos de Adara y Daphne se entre mezclaban, una mezcla rara porque aunque ambas hermosas su bellezas era muy diferentes, Dafne había tenido ese aire salvaje que tenían las ninfas, aquella belleza juvenil y fresca que daba la inmortalidad tan natural sin necesidad de ningún arreglo, en cambio la belleza de Adara era más elegante y delicada como solía ser la belleza de la realeza mortal, demasiado cuidada y arreglada pero al mismo tiempo más frágil porque sabía que era efímera y era cuestión de años de que se fuera y saber eso solo la hacía más bella para él como una buena canción que tiene su final pero siempre se quedará grabada en su memoria. Una combinación rara pero no le disgustaba.

-Casi muere.

-¿Quién?

-Sí que tiene un nombre adecuado aquella mujer Adara, tú florecita mortal, al menos sabemos que tu jardín se agregará un árbol frutal, en mil años será verdaderamente hermoso si sigues así pero también tétrico si pensamos en todos tus amantes mortales serán representado en...

-No sigas.- la interrumpió cerrando los ojos con fuerzas.

-Tuve que mandar a Artemisa para que la salvará, ¿sabes lo bajo que es para mí tener que recurrir a tu hermana?

-¿Por qué no mandaste a uno de tus hijos?

-Porque Artemisa es la única que le importa tu felicidad, fue más fácil manipularla, sabes que ella no suele proteger a las mujeres que ya no son doncellas pero cuando le dije que era tu nueva obsesión salió en su rescate.

-Se lo merecía, me dijo cosas horribles.

-No me digas que vas a repetir lo que le hiciste a la pobre Casandra.

-Solo no volveré a verla.

-¿Podrías? ¿En serio puedes dejar de verla? Porque me sorprendería.

La respuesta era que no, Adara lo había lastimado, pero pensar en dejarla era peor.

La Indecisión del SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora