44. Persecusión

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CAPITULO 44 "Persecusión"

-Señora hay un grupo de artistas que han solicitado la bendición de Apolo para la presentación de una obra en su pueblo, pero Apolo hace años que maldijo ese pueblo por no benerarlo lo suficiente y prohibió que hubiera algún tipo de diversión para...

-¿Por que me consultan esto? ¿no deberían preguntarle a Apolo?

No era la primera vez que venía alguna musa, ninfa o subito de Apolo pidiéndole algo que solo podía ceder a Apolo, la otra vez un se acercó una ninfa para pedir que el sol se pusiera más temprano por su territorio, y tambien hace poco le pidieron permiso para hacer una fiesta para el solsticio de verano.

-Porque Apolo tiene muchas obligaciones y no puede mantenerse al tanto de todas, es el dios del sol, de las artes (donde se incluyen las nueve artes), del arco, de la verdad, de la curación, de las enfermedades y plagas, la belleza, perfección y armonía, y también del oraculo.

A veces se le olvidaba los multiples dominios de su eposo.

-Por lo tanto no tiene tiempo para dedicarle el tiempo a todas, aunque sea un dios tan perfecto como él.- le dijo la musa.- por lo tanto señora, ahora que está usted, nos dijo que levantaramos nueestras plegarias menos importantes con usted, y que hagamos lo que nos diga usted ¿entonces pueden presentar la obra en el pueblo?

-Sí, claro que puedes.

¿Así que ahora se debía encagar de todo el trabajo que Apolo no quería hacer? En eso entró Urania otra de las musas de Apolo.

-Señora, debemos preparar las bendiciones que le daremos a cada uno de los reinos para el siguiente solsticio y...

-¿Donde esta, Apolo?

-Trabajando.

...

-¿Así que así es como trabaja el dios del sol?- preguntó cruzandose de brazos.

-Bueno decidí que tenía tiempo de tomarme un baño en aguas termales. Puedes entrar si quieres.

-¿Me estás dando todo tu trabajo?

-No todo, pensé que eras una reina y que te encargabas de esas cosas, has lo que sabes hacer.

-¿Y si no te gusta lo que dictamine?

-Estoy seguro que estaré de acuerdo, tiene mi sello aprobación.- cerró los ojos completamente relajado.- Hace un siglo que no me tomo un baño como este, es bueno tener un tiempo con uno mismo.

-¿Porque me quieres mantener distraída?

Apolo abrió los ojos de golpe y se le quedó mirando con sorpresa y luego se recupero:

-No quiero mantenerte distraída, pensé que te iba gustar tener un poco de trabajo, para que te dieras cuenta que no es tan diferente a la tierra.

-¿Quieres mantenerme distraída de algo? ¿que me ocultas?

-Del mundo mortal, será mejor que te alejes de tu vida mortal, Adara, eres una diosa, pero no sabes comportarte como una eso es peligroso.

-¿Comportarme como una egoísta sin aprecio por la vida humana?

-Mantenerte al margen, dejar que las cosas pasen, como tienen que pasar, eso es lo que debes hacer, y relajarte conmigo en mi baño. ¿vienes, Ada?

-Lo siento, ahora gracias a ti, tengo cosas que hacer pero espero que disfrutes tu baño relajante, querido.

Apolo la miró con una sonrisa orgullosa antes de que se alejara.

...

Adara seguía su exploración por el Olimpo era tan enorme que no parecía nunca acabar, sin darse cuenta había terminado en frente del palacio de Zeus y Hera, lo había evitado porque no quería tener nada que ver con esos dioses, pero en algun momento había terminado ahí, cuando se dió la vuelta para irse se encontró cara a cara con el mísmisimo rey de lo dioses. Lo había visto antes pero nunca se había acercado lo suficiente para hablar.

Su sonrisa parecía soberbia pero la que lo hacía diferente a las de Apolo era que era una sonrisa completamente falsa ya que la sonrisa no llegaba a sus ojos, y que hacía que le recordara demasiado a su primer marido, a Heralto, tal vez por eso no le agradaba, demasiado recuerdos, a pesar de también ser padre de Apolo no tenía ningún parecido, cosa que le aliviaba bastante.

-Zeus- hizo una leve inclinación de cabeza, no sabía como se debía saludar al rey de los dioses si era igual al mundo mortal aquel saludo si que había quedado pobre.

-Adara, espero que estes disfrutando de tu nueva condición como diosa, y que el Olimpo resulte comodo- caminó hacía ella y Adara dió unos pasos atras atemorizada no le gustaba para nada la mirada que le lanzaba el dios, recordó todas las historias sobre Zeus y las diosas, deidades y mujeres que habían tenido la desgracia de llamar su atención.

-No me gustan algunas cosas, quisiera poder ver más a mi hijos y...

-¿Cómo te trata Apolo? Espero que sea buen marido, no me gustaría que te mantuviera insatisfecha.

-Lo lamento,- soltó rápidamente vió la mirada desconcertada de Zeus dejó de caminar hacía ella.-Maté a su hijo, Heralto, debe estar enojado conmigo, perdón.

-Era mi hijo sí, pero era más consetido por Hera, digamos que cuando nació él se enfureció mucho conmigo, y para que no lo matará jure por el río estigio serle fiel por lo que durará su vida, por eso mi esposa te odia tanto, por lo menos le quedaban unos veinte años más, cuando lo mataste me liberaste de mi juramento.

-No lo sabía- habló rápidamente.

-Apolo no fue el primer dios que se fijo en tí.

-Sí, pero es mi esposo y le debo fidelidad a él.

-¿Así como se la debías a mi hijo? ¿A tu primer esposo?

Entonces Adara corrió, corrió asustada sin saber que más hacer, si algo le había enseñado los mitos es que no importaba cuanto corrías Zeus siempre daba con su presa, pero aún así aquel instinto apareció en ella, ya no lo veía pero lo sentía cerca, lo sentía en el aire, su corazón latía con prisa, entonces rápidamente con la luz tejio una ilusión de ella misma, bastante creíble que corrió justo para el lado contrario esperando que Zeus creyera en eso o al menos despistarlo por un rato. Cerró los ojos con fuerza y pensó en Apolo, llamandolo con la mente.

-¿Estas bien, estrellita?- apareció Apolo frente a ella.

-Oh eres tú- lo abrazó sintiendo su calor, el dios del sol se dió cuenta que estaba temblando.

-Llevame de nuevo a tu palacio ¿puedo entrar un dios?

-Sí, pero en Delos, no, sin mi permiso o el de Artemisa.

-Entonces llevame ahí.

De nuevo en la isla, parecía tan tranquila.

-¿Que sucede, Ada?

-Me encontré con Zeus, y me persiguió dijo ahora que murió Heralto se terminó un juramento que tenía con Hera sobre fidelidad.

-¿Zeus hizo que?

-Pareces sorprendido, es lo que hace él.

Adara notó como el rubio apretaba la mandibula con fuerza, parecía querer quemar el mundo, respiró un poco y su expresión se relajó un poco pero no del todo, era obvio que aún estaba furioso por lo que le había dicho.

-Al ser mi esposa él no debería... no debe... Adara no volverá a pasar esto, te lo prometo, me encargaré de que sepa que sí te toca auqnue sea un pelo, yo le declararé la guerra.- dijo mientras acarciaba su mejilla.- Y que lo sepan los demás dioses, también.

-¿Harias eso por mi? ¿entrar a una guerra?

-Te sorprendería todo lo que estoy dispuesto hacer por ti, eres mi reina Adara.

Le lanzó una mirada empezaba a pensar que despues de todo tal vez Apolo no le haría nunca ningún tipo de daño, empezaba a creerse eso de que un dios si que podía sentir amor, y no que sus sentimientos hacía ella eran fruto de alguna extraña obsesion.

Gracias por leer

La Indecisión del SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora