31. Mentira

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CAPITULO 31. "Mentira"

Apolo estaba a punto de entrar a los aposentos de Adara cuando una doncella lo interceptó se puso justo en frente de él.

-Deberías darle su espacio no es como que tenga mucho tiempo, tiene que estar pendiente de todos sus invitados.

-¿y tú quien eres? Oh, me confundió el vestido de doncella, pero ahora puedo reconocer a una cazadora de Artemisa, Maia  mi cazadora favorita a decir verdad.- le sonrió coquetamente a la chica- por cierto te vez muy guapa de doncella. 

La cazadora puso los ojos en blanco, Artemisa la había asignado ahí para cuidar a la reina y a su hijo pero ya había pasado mucho tiempo, comenzaba a cansarse de pasar en cubierta, y no le había dicho nada de tener que lidiar con Apolo.

-¿No puedes parar? ¿No se supone que estás enamorado de otra?

-Lo hago por diversión, coquetear con ustedes es completamente inofensivo, ahora dejame pasar.

-Está con su hermana, no quiere verte por una noche ¿no puedes mantenerte alejado ni una noche?

-Sin el traje de cazadora no das tanto miedo, además fuiste una náyade las nayades no son tan rudas.- agregó divertido. 

-Soy una cazadora, y Adara me dijo que no quería visita, así que no te dejaré pasar. 

-Puedo aparecerme directo ahí. 

-Te sacaré si lo haces. 

Estaba comenzando a enojarse sino fuera porque Maia era la única cazadora razonable de su hermana ya la hubiera desintegrado, era la punica que le dirigía la palabra y que no parecía odiar por completo a los hombres. 

-Bien entraré cuando salga su hermana ¿que te parece? ¿mejor?

No le molestaba que lo vieran antes los mortales estaba invisible se sentó afuera de puerta. 

-Puedo con eso, aunque por lo que he escuchado no amas a esa mujer, estás completamente obsesionado y eso da miedo, es peligroso debes dejarla ir.

¿Porque todo el mundo le decía eso? Frunció el ceño molesto.

-No puedo dejar de pensar en ella, no puedo alejarme aunque quisiera ¿Acaso nunca te has enamorado?- luego se interrumpió al ver que la cazadora lo miraba con una ceja arqueada.- Lo olvidé, fue una mala pregunta, pero si lo supieras sabrías que es imposible. 

-Pero debes aprender a soltarla, dejar de parecer un acosador, ella aún no se ha dado cuenta pero cuando lo haga le dará miedo, ¿y que pasará cuando muerta? Es mortal.

-No por mucho.- susurró para sí mismo apenas fue audible. 

-¿Qué dijiste?- le pregunto ella ya que no había escuchado lo que farfulló. 

-¿Sabes guardar un secreto?

-Sí.

-Claro que no, se lo diras todo a mi hermana, estoy segura. 

Se quedó sentado por un largo tiempo. 

-¿crees que tarden mucho tiempo? 

-Puedes irte, o callarte decide.

-Si me vuelves hablar así te desintegraré.- sus ojos dorados brillaron un poco de la furia.  

-No lo haras.- respondió totalmente relajada. 

No claro que no lo haría, jamás le haría daño a las cazadoras de su hermana se lo había prometido pero lo que más le enojaba es que ellas lo supieran y por eso se sintieran co la confianza de hablarle como quisieran, ningun dios se metería con  una cazadora de Artemisa, todos le daba miedo, pero se preguntaba ¿si llegaría el momento de que alguno de ellos lo dijera? La respuesta era sí, esperaba que ese día llegara pronto porque las muy insolentes de lo merecían. 

La Indecisión del SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora